"No fue la tormenta Cristina, es el modelo de desarrollo"
Autoras/es: Adolfo Pérez Esquivel
"Un modelo de desarrollo urbano
“planificado” desde la especulación
inmobiliaria, con escasa regulación y
control estatal, que prioriza la
construcción en altura sobre los espacios
verdes, los barrios privados construidos
sobre humedales, los mega-centros
comerciales, el asfalto urbano y el trazado
de rutas, terminó saturando los desagües,
reduciendo las superficies de absorción del
agua y, en definitiva, aumentando la
posibilidad de graves desastres ambientales
con motivo de las lluvias. Como botón de
muestra de los efectos de este tipo de
desarrollo urbano, señalamos que semejantes
cantidades de m3 de lluvia se precipitaron
en localidades como Bragado o Junín, y el
impacto no fue el mismo que en
concentraciones urbanas como Buenos Aires o
La Plata."
Documento:
Las personas y
organizaciones abajo firmantes queremos hacer
llegar nuestra palabra de aliento y nuestro
compromiso solidario en estas horas de dolor y
de bronca para nuestro pueblo.
Las recientes
inundaciones son acontecimientos de una
gravedad tal que han afectado a cientos de
miles de familias, imposibilitándolas de
dominar la situación con sus propias fuerzas y
recursos, causándoles daños irreparables a la
vida, y que comprometen sus posibilidades de
supervivencia.
Esto
constituye una catástrofe, y afirmamos que
toda catástrofe es social. Por ello, implica
un desafío que no podemos ignorar, mucho menos
al comprobar la extraordinaria reacción
solidaria de nuestro pueblo.
Intentando
afrontar ese desafío desde el primer momento,
con nuestras propias capacidades y recursos,
hemos podido constatar la ausencia del Estado
en todos sus niveles, su inadecuada capacidad
de respuesta, y el abandono de sus
obligaciones esenciales. La reacción masiva y
solidaria de los trabajadores, de sus
organizaciones, así como de una inmensa red de
organizaciones populares de todo tipo, es el
único dato alentador en este trance, y pone de
manifiesto de un modo dramático, la necesidad
de que el estado en todos sus niveles asuma
sus responsabilidades.
La solidaridad
popular puede organizarse, como se demuestra
día a día, pero jamás podrá reemplazar al
estado. La indefensión social de los miles de
afectados no puede esperar. Necesidades
elementales e impostergables, como alimentos,
agua potable y refugio, debe ser provista por
el estado, y debe hacerse de un modo
inmediato. Y las soluciones de fondo, que
requieren la articulación de toda la sociedad,
también deben ser conducidas por el estado.
Solidarizarse
es comprometerse con los derechos de las
víctima
Estamos
hablando de derechos humanos. Nuestro primer
compromiso es con los derechos humanos,
individuales y colectivos, de las víctimas.
Pero si de derechos se trata, lo primero que
debe quedar claro es que a los ciudadanos nos
corresponde organizarnos y defender nuestros
derechos, dentro del marco legal, pero es el
Estado el responsable de garantizar los
derechos de todos los habitantes, sin
distinción.
Desde esa
convicción, queremos compartir algunas
reflexiones sobre las causas de lo ocurrido, e
invitar a todos a pensar en las cosas que, en
conjunto, tenemos que hacer para que las
futuras tormentas, que inexorablemente
vendrán, no se conviertan en nuevas
catástrofes.
El
modelo no es inocente
Un
modelo de “desarrollo” basado en la
apropiación del territorio, expulsa a las
poblaciones y las desplaza hacia las
concentraciones urbanas. Así, el esquema de
agronegocios extiende sin límites la
superficie cultivada de soja, avanzando
sobre las comunidades, los campesinos y los
pueblos originarios, destruyendo los bosques
naturales y degradando los suelos. Un modelo
minero de grandes explotaciones que destruye
montañas enteras junto con su ecosistema, un
modelo energético extractivista que, además
de agotar las reservas de hidrocarburos,
ahora también pretende experimentar con
tecnologías altamente contaminantes de
suelos y napas (fracking), y un modelo
industrial basado en sectores como el
automotriz, con sus vinculaciones con el
consumo de combustibles y con el desarrollo
de carreteras para el transporte de personas
y mercancías, terminó alterando el régimen
de lluvias del litoral bonaerense. A esto se
refieren los “expertos” cuando hablan de
fenómenos que son inusuales (en relación con
el pasado) pero que “han venido para
quedarse”.
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