Autoras/es: Daniel Civantos
(Fecha original del artículo: Octubre 2011)
Qué gran paradoja: uno de los hallazgos arqueológicos más importantes en lo que llevamos de siglo, que ha permanecido cerca de tres milenios oculto a los ojos del hombre, resulta que ha terminado viendo la luz gracias al buen hacer de una persona ciega. ¿Suerte de principiante? No; simplemente buena mano.
William Nutt, un estudiante recién graduado en Antropología por la Universidad de Texas, en Arlington (EE.UU.), estaba trabajando en su primera excavación en Poggio Colla, un asentamiento etrusco de 2.700 años de antigüedad en el Valle de Mugello, en Italia, cuando descubrió dos tallas únicas que representan unas de las imágenes más antiguas de las que se tiene constancia de una mujer dando a luz a su hijo.
Las imágenes, descubiertas en un pequeño fragmento (4 x 3 cm) de una vasija de cerámica de 2.600 años de antigüedad, muestran la cabeza de un bebé saliendo de su madre, que se encuentra con las rodillas en alto y la cara de perfil, con una larga coleta que le cae por la espalda.
Aunque William es legalmente ciego (el escalón anterior a ciego total) los restos habían pasado desapercibidos para sus otros colegas que trabajan con él en una escuela de campo, bajo supervisión de profesores de instituciones norteamericanas, que se celebra cada verano durante seis semanas en el yacimiento del Valle de Mugello.
Mientras William Nutt no puede ver más que apenas sombras difusas, el recién graduado arqueólogo no considera su ceguera como un impedimento para su investigación. Es más, eso le permite hacer un trabajo más meticuloso con las manos.
Para ello ha desarrollado un cuidadoso método de trabajo usando una llana afilada que desliza por el suelo con una mano, para luego pasar la otra mano a lo largo de la tierra y así sentir y descubrir las diferentes capas y sustratos que forman el terreno. En cuento comienza a notar un cambio en el suelo, procede a excavar.
Así es como descubrió el trozo de cerámica con las dos imagenes. El Dr. Phil Perkins, una autoridad en restos etruscos que participa en la excavación, afirma que todos se quedaron atónitos al ver esta escena íntima descubierta por el estudiante ciego y que sin duda constituye la representación más antigua de un parto encontrada en el arte occidental.
En esta época las mujeres etruscas suelen aparecer representadas en celebraciones rituales o como diosas; y no hay representaciones conocidas griegas o romanas donde se muestre el momento del parto con tanta claridad como en este caso, que han datado en casi 500 años antes.
El descubrimiento será presentado en sociedad ante otros arqueólogos el próximo enero, en la reunión anual del Archaeological Institute of America en Filadelfia. Y lo llevará entre sus seguras manos el descubridor, que no duda en catalogar su hallazgo como “casi que la primera cosa de cierta importancia que he encontrado en mi vida”.
Desde luego, y viendo el tamaño del hallazgo, no será la última.
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