Una obra de Geoffrey Chaucer
Autoras/es: Stella Maris Torre
1. Ubicación espacio-temporal
2. Características del contexto socioeconómico (señalar rupturas y continuidades con el período precedente, ilustrando con citas de la fuente leída)
3. Actitudes y posiciones de los hombres frente a la realidad que den cuenta de la emergencia de una nueva mentalidad y de la manera en que ésta fue delineándose. Identificar rupturas con la visión del mundo propias del orden cristiano feudal.
4. Uno de los peregrinos: LA MUJER
a) Tipo social
b) Formas de conocimiento y aprehensión de la realidad. Comparación con formas de otros actores sociales
c) Saberes y forma de adquisición. Relación entre saberes y función social en el contexto histórico
(Fecha original del artículo: Septiembre 2003) 1. Ubicación espacio-temporal
Siglo IX, Inglaterra, encuentro del relator con un grupo de peregrinos en una hostería camino a Cantórbery (o, en inglés, Canterbury).
2. Características del contexto socioeconómico (señalar rupturas y continuidades con el período precedente, ilustrando con citas de la fuente leída)
Hacia el año 1000, se habían definido en Europa los rasgos del feudalismo, al cual Duby caracteriza como una "nueva ordenación de las relaciones humanas" (Duby, 1992:199), y que si bien evoluciona de distintas maneras según las zonas, exterioriza en general una dialéctica entre una economía agraria que provoca una mutación de las bases políticas y sociales, la cual influye a su vez en la evolución económica.
Siguiendo al autor mencionado, varios signos de expansión manifiestan la instauración de un orden nuevo, la estructura feudal, caracterizada por: la descomposición de la autoridad monárquica que originó la fragmentación del derecho de mandar y castigar, de asegurar la paz y la justicia, y del territorio (Duby, 1992).
Para Duby, "esta fragmentación era de hecho una adaptación de la organización política a las estructuras de la vida material" (Duby, 1992:205), pero coincide con el desarrollo de la ideología de "la paz de Dios", que implicaba "el permiso" para hacer la guerra sólo dentro de ciertos límites: "Contra los enemigos de Dios, contra los ´infieles´, no sólo estaba permitido sino que era eminentemente saludable guerrear" (Duby, 1992:207). Pero esta moral de la paz de Dios, para de alguna manera compensar la condena a la violencia, legitimó la explotación señorial, excusándola como el precio de la seguridad ofrecida a la masa de trabajadores.
Se construyó entonces, "en el pequeño mundo de los intelectuales", todos ellos pertenecientes a la Iglesia, un modelo ideológico de sostén: la "teoría de los tres órdenes": rezar, guerrear y trabajar para mantener a los que rezan y guerrean. Pero, salvo algunas excepciones, en la práctica el clero, y la nobleza guerrera se delinean como clase explotadora y los trabajadores como clase explotada (Duby, 1992:208). La explotación, desarrollada en tres planos[1], está legitimada por la teoría mencionada, que por venir de la Iglesia, a lo que se suma "la coherencia de las fortunas aristocráticas" entre clero y nobleza, origina una profunda inmovilidad social (Duby, 1992:214).
Pero, paralelamente a esta inmovilidad, habían comenzado a desarrollarse los resortes de movilidad. En efecto, durante los siglos XI y XII, tenemos, como dijimos, una expansión agrícola a la que se suma la conquista de territorios, todo esto, según Duby, provocada parcialmente por el afán de consumo de los señores que presionan a los campesinos. Estos señores pretenden "mejorar" el rendimiento de aquéllos favoreciendo el aumento de la población rural y poniendo a los trabajadores en condiciones de ampliar sus capacidades de producción. Esta intención, dice Duby, originó la búsqueda de "un movimiento de progreso" (Duby, 1992:226), dado por la construcción de iglesias, las cruzadas y la aparición de nuevas congregaciones religiosas que, por si acaso, predicaron una "condena de la riqueza". En el mundo rural había ya intercambios, una mayor penetración de la moneda que implica la participación del campesinado en el mercado. (Duby, 1992).
Para Duby, entonces, la base del desarrollo general es la expansión de la economía agrícola, consecuencia, no sólo de la presión de los señores sobre sus siervos, sino de la acción combinada entre una mejora en las condiciones climáticas y la expansión demográfica. El aumento de la población, que en Inglaterra en 1346 se había triplicado con creces con respecto a 1086, se dio para Duby, no tanto por la paz relativa, sino por una dialéctica entre el incremento de la producción de artículos alimenticios y el número de hombres. No obstante, el hambre persistió y siguió causando estragos, por lo cual el autor concluye en que "la mayor producción agrícola no sirvió para mejorar la alimentación, sino para alimentar a más hombres". (Duby, 1992: 232). A su vez, el estimulante más vigoroso de la fecundidad habría sido el paso de la esclavitud a la servidumbre, "en la medida en que hizo que se dispersaran los equipos de esclavos domésticos y que aumentaran las células autónomas de producción" (Duby, 1992: 233). E incluso, hacia fines del siglo XII, ya había indicios de intervención directa de los campesinos en las transacciones de tierras.
La roturación desbordó en el siglo XII los límites de las áreas de cultivo estables, con la cual se da una ampliación duradera del espacio alimenticio, motivada tanto por el empuje demográfico como por perfeccionamientos técnicos. Para Duby, el verdadero resorte de la expansión agraria fue la escasez, autorizando los señores las empresas de colonización porque el poblamiento de las comarcas desiertas sería a largo plazo fuente de ingresos suplementarios. Esto último marcaría un traslado de eje: el motor se traslada del gastar al ganar, en lo que se encontraría una modificación fundamental de las actitudes psicológicas. Con todo, los señores seguían distrayendo una buena parte de su dinero en sacrificios (donaciones piadosas, construcción de monumentos y catedrales), y otra, en su propio ornamento: principalmente, había una necesidad en los señores de vestir de modo distinto al vulgo, lo cual los lleva a tratar con mercaderes. Asimismo, aparecen nuevas formas de consagrar las riquezas al servicio de Dios: las peregrinaciones (Duby, 1992).
3. Actitudes y posiciones de los hombres frente a la realidad que den cuenta de la emergencia de una nueva mentalidad y de la manera en que ésta fue delineándose. Identificar rupturas con la visión del mundo propias del orden cristiano feudal.
Siguiendo a Romero, la visión del mundo propia del orden cristianofeudal puede sintetizarse como sigue. La expansión territorial del área romanogermánica y la expansión económica subsiguiente generaron en aquellos que pudieron y prefierion escapar del sistema tradicional un cambio de actitud: el orden tradicional dejó de parecerles inmutable. La expansión originó la trashumancia, tanto de mercaderes, como de escolares y monjes de grandes órdenes internacionales.
Surge primariamente entre los nuevos actores sociales, la idea de que cada sector era un grupo sui generis, y comenzaron a identificarse no sólo por los rasgos de su ciudad o región de origen, sino por su actitud frente a la vida. Esta identificación entre los que realizan la misma actividad, generó una mentalidad propia. Asimismo, podemos relacionar la camaradería citada en la fuente con que "en las escuelas, universidades y monasterios, así como en las posadas y en las tabernas de los caminos, la frecuentación mutua permitió confrontar ideas y costumbres, formas de pensamiento y de conducta...También contribuyeron a establecer este nuevo sistema de comunicación entre regiones diversas y sectores distintos los peregrinos y juglares" (Romero, 1989:389)
Asimismo, en este cambio de mentalidad influyó enormemente el contacto con la cultura oriental y el hecho de que los centros intelectuales comenzaron a traducir al hebreo y al latín obras filosóficas y científicas de origen musulmán y griego. Entonces, "la vida intelectual se abrió a nuevos problemas, desechó tradiciones, inhibiciones, rompió esquemas empobrecidos y renovó sus inquietudes y puntos de vista. Gracias a ellos se vivificó la enseñanza en las escuelas conventuales y catedralicias..." (Romero, 1989:392)
Pero a su vez, las clases y grupos nuevos se forman también en torno a mentalidades nuevas. Los pioneros entre los nacientes sectores sociales, los primeros que lograron el ascenso y acumularon riquezas, moldearon una imagen de su propia actividad y destino. Los que vinieron después, al luchar por el ascenso dentro de su clase, marcaron una nueva característica que aún perdura hasta nuestros días: la competencia. Por su parte, la aristocracia feudal cambia sus modos de vida, estableciéndose una semejanza entre lo "cortés" y lo "burgués": refinamiento, sensualidad, individualismo. La fuente cita, de parte de los artesanos, burguesía naciente: "que a una la llamen señora es algo espléndido, lo mismo que asistir a vísperas de todos y que un paje le sostenga el manto como si fuera una reina." Y esta actitud también podemos encontrarla en la Mujer. Las clases rurales, mientras tanto, se debaten entre los que escapan a su servidumbre y los que permanecen en ella con actitud crítica. Los rasgos típicos de las mentalidades que se constituyeron en el período feudoburgués, fueron entonces heterogéneos e inestables, "propias de un mundo abierto". (Romero, 1989:394).
Nada se salvó del embate crítico: actitudes morales, formas de convivencia social, sentido del trabajo y la creación, concepción del conocimiento, imagen de la naturaleza y hasta la idea misma de las relaciones y Dios. Así nos lo muestra incluso el monje, que "tendía a desentenderse de las reglas ... tan añosas y en exceso estrictas. Desdeñaba las cosas del pasado y prefería los usos mas flexibles del mundo nuevo".
Como estos cambios de mentalidad son múltiples, citaremos sólo algunos (Romero, 1999)
Se disuelve poco a poco la identidad entre realidad e irrealidad. Se reconoce una realidad natural sensible autónoma de Dios y que puede ser también modificada por el hombre, aparte de por la fuerza divina. Ahora se conceptúa al hombre como parte de la naturaleza, como hacedor de su propia vida, se recupera el sentimiento del valor de ésta, se empieza a disfrutar de ella, el cuerpo es más importante que el alma. Los poderosos son el modelo de la alegría de vivir: generosidad, abundancia, distintos placeres. Una condición indispensable pasó a ser el ocio, no ya sólo de los señores sino también de los burgueses.
Podemos señalar, el gusto por la conversación, el vino, la integración de la mujer a la sociedad burguesa, interactuando intensamente con los hombres y con múltiples posibilidades de cumplir en la sociedad un papel importante en la sociedad feudoburguesa, tal el caso de nuestra Mujer. Vemos en la fuente, numerosas señales de ruptura, inclusive en el clero. En efecto, como algunos de los tantos signos de derroche y placeres mundanos, vemos que la priora "tenia perritos que solía alimentar con carne asada, leche o pan blanco de primera calidad" y "del rosario colgaba un reluciente broche de oro"; el monje "En verdad, no reparaba en gastos...las bocamangas de su túnica estaban ribeteadas con la más fina piel que podía hallarse en el país" y que "Lo que más apreciaba a su paladar era un cisne gordo, bien asado"; el escudero "amaba tan ardientemente que hasta que despuntaba la pálida aurora no dormía más que un ruiseñor". El terrateniente, por su parte, "vivía consagrado a los placeres", "nadie poseía una provisión de vino superior a la suya" y "en su casa había tal abundancia de provisiones".
Comienza a importar la subjetividad, que los artistas pretenden captar porque "mediante la expresión de la persona representada se conoce su alma". En este sentido, la fuente nos brinda descripciones de cada personaje, porque " ...considero oportuno explicar cuál era la condición de aquellas personas, describir cómo iban ataviadas, según su actividad y jerarquía, y señalar qué disposiciones habían adoptado para hacer la peregrinación".
Aparte del creciente gusto por el dinero, se idealiza la naturaleza, tal como nos muestra el relator de la fuente: " En la época en que los suaves aguaceros de abril...bañan las raíces con el vigoroso licor que engendran las flores;...en que también céfiro, en cada bosquecillo y en cada zarzal envuelve con su dulce hálito los tiernos retoños;...en que el juvenil sol ha recorrido la mitad de su trayecto en el signo del carnero, y las aves pequeñitas, alentadas y estimuladas por la naturaleza, pasan la noche en vela cantando melodiosamente..."
Asimismo, a las viejas formas del saber, se oponen nuevas formas: juristas, médicos y farmacéuticos, matemáticos, astrólogos, pero que no hacen desaparecer aquéllas. Aparecen los predicadores, fenómeno nuevo que según Romero, es resultado de la aglomeración urbana. En especial, la fuente llama la atención en cuanto a la diversidad de actores en los cuales recae la administración de la justicia: se citan al fraile, al jurista, y al terrateniente.
Tanta heterodoxia provocó alarma en las clases dominantes tradicionales, precipitándose la institucionalización de las mentalidades tradicionales, precisamente cuando las fuerzas sociales ya estaban reagrupándose según la nueva situación. Pero, con todo, el viejo orden no ha desaparecido totalmente; la fuente muestra claramente como continuidades: "los peregrinos acuden a Cantórbery para reverenciar al santo y bienaventurado mártir que con tanta solicitud se apresura a prestarles su auxilio cuando se hallan afligidos por dolencias y pesadumbres"; "con espíritu profundamente devoto, me hallaba.."; al estudiante, "tener en su lecho sus...libros...de filosofía le interesaba mucho más que la música alegre, los violines o los lujosos atavíos" y "su conversacion se hallaba colmada de reflexiones vinculadas a las virtudes morales".
4. Uno de los peregrinos: LA MUJER
a) Tipo social
En forma previa, vale destacar, como señala Romero, que una característica fundamental de ruptura que presenta el orden feudo-burgués con respecto al cristiano feudal es la diversificación social. Las clases en ascenso se diversificaron en muchas profesiones, oficios y ocupaciones (notarios, abogados, médicos, escolares, artesanos libres, empresarios y banqueros, comerciantes, posaderos, transportistas), surgieron en el seno de la vida urbana y no son un todo homogéneo, cada una adopta modalidades propias, sostenidas a su vez por un cuerpo más o menos coherente de ideas y normas(Romero, 1989). Esta particularidad se refleja en un párrafo de la fuente: "Al atardecer llegó a la hostería un grupo formado por veintinueve personas de muy dispar condición, reunidas por azar, entre quienes se habían establecido lazos de amistosa camaradería". Con respecto a esta aparente camadería dada en el marco de una peregrinación, a la risa y el festejo que atraviesan el encuentro, en mi opinión sería muy interesante realizar un paralelismo con el texto de Bajtín, "La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento", pero excede los límites consignados para este trabajo.
Volviendo a la consigna, podríamos analizar la condición de nuestra protagonista tanto desde su oficio como desde su género. Desde el primer punto de vista, diremos que esta Mujer es artesana, específicamente, tejedora. La importancia de esta función en el contexto histórico la desarrollaré en el punto c).
Desde la perspectiva de género, Debesse y otros señalan que las actitudes de la Edad Media hacia las mujeres son contradictorias, aunque "el mundo femenino es diferente del mundo masculino y se sitúa en un nivel netamente inferior. Hacia fines del feudalismo algunas grandes damas gozaron de una situación privilegiada, pero sin embargo quedaron apartadas de la vida política y social" (Debesse, 1973:160). Sin embargo, esta Mujer acusa una notable independencia. Aparte de su oficio, el texto dice que "tuvo cinco maridos", pero no menciona si tal número se debe a sucesivas viudeces o a la obtención de anulaciones matrimoniales. En el primero de los casos, y al no mencionarse la existencia de hijos, especulo que podría haber obtenido alguna fortuna adicional. Como quiera haya sido el origen de su posición, "Ninguna mujer de su parroquia osaba adelantársele cuando se dirigía al ofertorio", lo cual da cuenta del reconocimiento social con el que contaba.
b) Formas de conocimiento y aprehensión de la realidad. Comparación con formas de otros actores sociales
En esta nueva época de Revolución comercial y apogeo de las ciudades, podemos decir que la Mujer, así como todo artesano o mercader surgido en ente período, adquiere conocimientos prácticos, básicamente a través de la experiencia. Al respecto Le Goff señala como gran ruptura de la época, el fin del monopolio de la Iglesia sobre la cultura, desempeñando el mercader un papel capital en el nacimiento y desarrollo de una cultura laica. Posiblemente, desde muy temprano los burgueses comenzaron obtuvieron el derecho de abrir escuelas y lo utilizaron. Los conocimientos básicos se desarrollaron en cuatro campos: la escritura, el cálculo, la geografía y las lenguas vivas o vulgares, es decir, en uso. Tampoco descuidaron la historia, que "les ayuda...a situar, comprender los acontecimientos que enmarcan su actividad y de los cuales son actores" (Le Goff, 1972:114) y algunos de ellos confiaron sus conocimientos y experiencias en manuales de comercio. Sin embargo, para Le Goff la clase mercantil no intenta beneficiar con su cultura a todo el mundo, sino que la especialización que la conducía a un aprendizaje práctico interno que recibían los propios hijos de los mercaderes-banqueros, "demuestra que la movilidad social...no fue tan grande como se ha dicho a veces" (Le Goff, 1972:118).
Todo este bagaje intelectual sigue vías divergentes de las de la Iglesia y su racionalismo cristiano, que sin embargo no se inquietó sino hasta que el auge comercial llegó a influir en el reclutamiento universitario: sobre todo de futuros notarios y droguistas. (Le Goff, 1972). En efecto, al analizar Mollis los saberes medievales en el siglo XIII, identifica tres tipos de vida, regidos por tres tipos de saberes universitarios, que serían, en orden ascendente de prestigio: vida perecedera (medicina), vida permanente (artes, filosofía y derecho) y vida perdurable (teología) (Mollis, 1994).
Bowen identifica un dualismo entre las tradiciones teórica y práctica. Por un lado, la educación de carácter completamente eclesiástico, que hacia los siglos XII/XIII dejó de poner el acento en la conservación de las artes liberales para hacer un profundo examen de las relaciones recíprocas entre la Iglesia, el Estado y el hombre. Por otro, la enseñanza de numerosas técnicas y conocimientos exigidos por las condiciones de vida. Los gremios y cofradías, que existían desde la época romana, se asocian en los siglos XI/XII al comercio y a los diversos oficios artesanales, ejerciendo un virtual monopolio sobre la práctica de su oficio: para ser admitido como maestro, había que realizar una "obra maestra" que fuera aprobada por el gremio, aparte de la realización de ciertos ritos, todo lo cual llevaba a limitar la admisión de miembros en el gremio, permaneciendo la mayoría de los trabajadores, toda su vida, sólo como oficiales. Asimismo, Bowen coincide con Le Goff en que los estudios gremiales también siguieron formando parte de sus sistemas cerrados, fundando incluso sus propias escuelas elementales. (Bowen, 1992).
c) Saberes y forma de adquisición. Relación entre saberes y función social en el contexto histórico
En la fuente se cita primeramente que "Tenía una habilidad tan extraordinaria para tejer paños que llegaba incluso a superar a los famosos tejedores de Ypres y Gante.". Al respecto, señala Romero que en esa época, dada la importancia otorgada a la elegancia y la sensualidad, la calidad de los paños es fundamental (Romero, 1989). En cuanto a la forma de adquisición de esta habilidad, Debesse y otros nos dicen que los anglosajones fueron pioneros en establecer escuelas claustrales femeninas, organizadas tanto en el ámbito interior como el exterior. En la escuela exterior, las muchachas laicas aprendían a leer, escribir y a cantar, así como diversos trabajos manuales femeninos (Debesse, 1973). Es posible que haya adquirido su saber en este ámbito, aunque no puede descartarse su formación en el seno de su familia. Si no fuera por su condición femenina, me atrevería a plantear la posibilidad del gremio de tejedores, pero a falta de bibliografía al respecto, lo dejo simplemente enunciado.
En cuanto a otros saberes, tenemos: que "era muy experta en el arte de viajar", posiblemente a causa de su oficio. Sus viajes a Jerusalén, por ejemplo motivados ya sea por motivos comerciales o piadosos seguramente, como señala Romero, la pusieron en contacto con la cultura musulmana y bizantina, pudiendo haber adquirido otras ideas y técnicas diferentes a las del decadente mundo cristiano-feudal (Romero, 1989). Bowen también nos dice que "en numerosos casos los gremios se sintieron atraídos por procedimientos realizados en el extranjero, incluidas las innovaciones técnicas de los musulmanes y mongoles" (Bowen, 1992:78), en lo cual podríamos encontrar tal vez las causas de los viajes a Oriente de nuestra Mujer.
Finalmente, "conocía todos los remedios para los infortunios amorosos pues era muy versada en las antiguas reglas del arte de amar", obtenidos muy probablemente a través de tantos matrimonios y "otros amoríos de su juventud".
De todos estos saberes, me parece pertinente relacionar el oficio de tejedora con el contexto histórico. Como vimos, las dificultades y límites del modo de producción feudal se manifestaron por sucesivas crisis, la peor de ellas, en el siglo XIV, pero paralelamente, según señala Anderson, durante la depresión feudal se desarrollaron importantes industrias urbanas, entre ellas, hierro, papel y textiles (Anderson, 1985). Esta mujer es "de las cercanías de la ciudad de Bath" y al respecto, Duby señala que la misión principal de los burgos era la de aprovisionar al señorío mediante la artesanía y el comercio. La función artesanal, inclusive los talleres femeninos de tejido, fueron en sus comienzos de tipo doméstico, pero poco a poco, produjeron excedentes que colocaron una clientela externa. Ya a comienzos del Siglo XI la salida del artesanado urbano fuera del marco señorial y servil era muy clara, pero recién el en siglo XII se da una fase de rápido desarrollo coincidente con la liberación completa de la domesticidad. Para las necesidades de los más ricos se desarrollaron artesanías de lujo, especialmente el vino y las telas. Vestir tejidos casi tan bellos como los traídos de Oriente, al igual que beber vino, diferenciaba del pueblo común al hombre de alta cuna. Buscando mejorar la calidad, por el deseo señorial de vestidos que sobrepasen a los de los demás, es que los talleres se especializan progresivamente. Esta división del trabajo "exigía una organización minuciosa, unas prácticas de asociación, una disciplina colectiva, la reunión de todos los tejedores, bataneros, tintoreros, en el seno de un verdadero ´municipio´ en el que cada uno se comprometiese a respetar un reglamento, garantía del renombre de la producción y de su homogeneidad. Este marco sólo las ciudades podían ofrecerlo..." (Duby, 1992:304).
BIBLIOGRAFÍA
· Anderson, P., El Estado Absolutista, Siglo XXI, México, 1992, 12º edición.
· Bowen, J., Historia de la Educación Occidental. Tomo II. La Civilización de Europa. Siglos VI-XVI, Editorial Herder, Barcelona, 1992
· Debesse, M. y otros, Historia de la Pedagogía. Volumen I, Oikos-Taus, Barcelona, 1973
· Duby, G., Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea (500-1200 begin_of_the_skype_highlighting 500-1200 end_of_the_skype_highlighting begin_of_the_skype_highlighting 500-1200 end_of_the_skype_highlighting begin_of_the_skype_highlighting 500-1200 end_of_the_skype_highlighting begin_of_the_skype_highlighting 500-1200 end_of_the_skype_highlighting begin_of_the_skype_highlighting 500-1200 end_of_the_skype_highlighting), Siglo XXI, Madrid, 1992, 11º edición.
· Le Goff, J., Mercaderes y banqueros de la Edad Media, Eudeba, Buenos Aires, 1972, 6º edición
· Mollis, M., Estilos institucionales y saberes. Un recorrido espacio-temporal por las universidades europeas, latinoamericanas y japonesas, en Revista de Educación Nº 303, Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, 1994
· Romero, J.L., La revolución burguesa en el mundo feudal, Siglo XXI, México, 1989, 3º edición
FUENTE:
Chaucer, G., Cuentos de Cántorbery. Prólogo, CEAL, Buenos Aires, 1984
[1]Doméstica: posesión de seres humanos, territorial: posesión de tierras, derecho de ban: monedas, cosechas, ganado.
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