Autoras/es: Stella Maris Torre
El 23 de agosto de 1812 el ejército patriota a las órdenes del general Manuel Belgrano comienza el heroico éxodo del pueblo jujeño en dirección a Tucumán en lo que se conoce como el "éxodo jujeño". Ante la inminencia del avance de un poderoso ejército español desde el norte al mando de Pío Tristán, el 29 de julio de 1812, Belgrano emite un bando disponiendo la retirada general. La orden de Belgrano era contundente: había que dejarles a los godos la tierra arrasada: ni casas, ni alimentos, ni animales de transporte, ni objetos de hierro, ni efectos mercantiles.
Los 800 hombres salvados del desastre Huaqui[1] recibidos por Pueyrredón en Jujuy bajan lentamente hasta Salta, En Yatasto Belgrano se hace cargo de esa reliquia del ejército del Norte, sin armas, desmoralizado, incapaz al parecer de luchar nuevamente luego de la derrota contra sufrida. Belgrano describe la situación “La deserción es escandalosa y lo peor es que no bastan los remedios para convencerla, pues ni la muerte misma la evita, esto me hace afirmar más y más en mi concepto de que no se conoce en parte alguna el interés de la patria, y que sólo ha de sostener por la fuerza interior y exterior”.
La tarea es agotadora: reorganizar los cuadros, disciplinar los soldados, abastecer el ejército, dar ánimos a la población, donde la improvisación puede ser fatal para todos, un ejército, disciplinado, apto para luchar contra los aguerridos regimientos que comandan los españoles.
Belgrano se vuelve ordenancista al extremo. Cambia su carácter. Su rigor, su inflexibilidad, su intolerancia para cualquier falta del servicio, le enajenan la popularidad entre la mayoría, pero con esa actitud salva a todos y con ellos a la patria. Dentro de las rígidas norma que establece en su ejercito, crea en la práctica una Escuela Militar, se forman hombres que ilustrarán tiempo después las armas argentinas como Manuel Dorrego, José María Paz, Gregorio Araoz de Lamadrid, Cornelio Zelaya, Lorenzo Lugones.
La insurrección de Cochabamba, detiene el ejercito realista al mando de Goyeneche, dándole algo más de tiempo a Belgrano que se dirige hacia Jujuy, esa vieja ciudad, tres veces fundada por el ejército realista ante las tres veces destruida anteriormente por la valiente resistencia de los pueblos originarios.
Un 25 de Mayo pero de 1575 el cacique de los Omaguacas, el gran Viltipoco[2], destruyo Álava[3] y en 1589 infringió grandes pérdidas a los conquistadores, obligando a los realistas a fundar tres veces Jujuy. Comandaba no solo a lo Omaguacas, sino a los Diaguitas, Chichas, Churumantas, Lules, Apanatas, Osas, Paypayas, Punamarcas, Oncloyas, Jujuys en un alzamiento de más de diez mil indios de guerra, y con ellos liberaron del invasor godo no solo a Jujuy, sino a Salta, la villa Nueva, Madrid y la Rioja. Francisco de Argañaráz le prepara una celada y lo toma prisionero, descuartizándolo y esparciendo sus restos por todo el norte Argentino. No por casualidad la Bandera hecha por Belgrano lleva un sol inca, no por casualidad esa bandera es donada a Jujuy, luego de las batallas de Tucumán y Salta.
La tarea es agotadora: reorganizar los cuadros, disciplinar los soldados, abastecer el ejército, dar ánimos a la población, donde la improvisación puede ser fatal para todos, un ejército, disciplinado, apto para luchar contra los aguerridos regimientos que comandan los españoles.
Belgrano se vuelve ordenancista al extremo. Cambia su carácter. Su rigor, su inflexibilidad, su intolerancia para cualquier falta del servicio, le enajenan la popularidad entre la mayoría, pero con esa actitud salva a todos y con ellos a la patria. Dentro de las rígidas norma que establece en su ejercito, crea en la práctica una Escuela Militar, se forman hombres que ilustrarán tiempo después las armas argentinas como Manuel Dorrego, José María Paz, Gregorio Araoz de Lamadrid, Cornelio Zelaya, Lorenzo Lugones.
La insurrección de Cochabamba, detiene el ejercito realista al mando de Goyeneche, dándole algo más de tiempo a Belgrano que se dirige hacia Jujuy, esa vieja ciudad, tres veces fundada por el ejército realista ante las tres veces destruida anteriormente por la valiente resistencia de los pueblos originarios.
Un 25 de Mayo pero de 1575 el cacique de los Omaguacas, el gran Viltipoco[2], destruyo Álava[3] y en 1589 infringió grandes pérdidas a los conquistadores, obligando a los realistas a fundar tres veces Jujuy. Comandaba no solo a lo Omaguacas, sino a los Diaguitas, Chichas, Churumantas, Lules, Apanatas, Osas, Paypayas, Punamarcas, Oncloyas, Jujuys en un alzamiento de más de diez mil indios de guerra, y con ellos liberaron del invasor godo no solo a Jujuy, sino a Salta, la villa Nueva, Madrid y la Rioja. Francisco de Argañaráz le prepara una celada y lo toma prisionero, descuartizándolo y esparciendo sus restos por todo el norte Argentino. No por casualidad la Bandera hecha por Belgrano lleva un sol inca, no por casualidad esa bandera es donada a Jujuy, luego de las batallas de Tucumán y Salta.
Los venturosos días en que el pueblo conmemoraba los sucesos nacionales habían ya sido cambiados. (…) En vez del natalicio de los reyes, comenzaba a marcarse en el calendario popular la festividad nacional del 25 de mayo, día de libertad y de esperanzas. Jujuy debía celebrarlo con pompa y solemnizarlo con una ceremonia memorable, que cumplió con entusiasmo sin igual en los períodos de sus glorias y sus trabajos. El 25 de Mayo era ocasión de reanimar con formalidades tocantes el espíritu que había comenzado a levantarse con la marcha del ejército sobre los territorios antes abandonados. El sentimiento patriótico de Belgrano tuvo fecundidad en la invención de una ritualidad patriótica para herir el corazón de los pueblos y retemplarlos en la fatiga, sublimándolos para el sacrificio en el ardor de las más rudas batallas.
Aquel día (25 de mayo de 1812) el ejército apareció de pie, en formación, cuando el horizonte, tiñéndose del albor esparcido por los rayos del sol naciente, parece abrirse como inmensa cortina, para que desperado el orbe eleve sus cánticos: en aquel momento resonó en la plaza municipal de Jujuy un himno enfático al Dios de la Libertad de América. Lo entonaba aquel pueblo cuyas masas alternaban con las compañías en organizaciones del ejército de Belgrano, y de cuya fraternización en el culto patriótico de aquel día, debía nacer la común resolución de mantener el juramento de ser libres. (…)
Aquel pueblo, que así se estremecía de júbilo, que por la multitud agrupada dejaba escapar las aclamaciones generales, y que por sus autoridades y Cabildo transmitía al jefe su incontrastable resolución de arrostrar el conjunto de los sacrificios que la causa imponía, aquel pueblo llenaba las cuadras designadas a sus bisoños soldados ciudadanos, con que se organizaba el Regimiento Nº 6, y cuya bandera, bendecida el 25, fue también mandada ocultar por el Gobierno. Belgrano la guardó con cariño para legarla al pueblo de Jujuy el día en que fuese coronada por los laureles de la victoria.
Así es. El 25 de mayo de 1812 Belgrano presenta por segunda vez al pueblo jujeño y los soldados la bandera de su creación, que es bendecida por el deán de la Iglesia Ignacio Gorriti al término del Tedeum.
Pero el Gobierno del reaccionario 1º Triunvirato y su Secretario Bernardino Rivadavia lo reprenden por esa actitud de enarbolar sin permiso la Bandera Celeste y Blanca. Con bronca responde “La bandera la he recogido y la desharé para que no haya ni memoria de ella y se harán las banderas del regimiento Nº 6, sin necesidad de que sus falta se note por persona alguna; pues si acaso me preguntan por ella, responderé que se reserva para el día de una gran victoria por el ejército, y como ésta está lejos, todos la habrán olvidado y se contentaran con la que le presenten(…)pero diré también con verdad, que como hasta los indios sufren por Fernando VII, y los hacen sufrir con los mismos aparatos que nosotros proclamamos la libertad, ni gustan oír nombre del Rey, ni se complacen con las mismas insignias con que los tiranizan”.
Pero el Gobierno del reaccionario 1º Triunvirato y su Secretario Bernardino Rivadavia lo reprenden por esa actitud de enarbolar sin permiso la Bandera Celeste y Blanca. Con bronca responde “La bandera la he recogido y la desharé para que no haya ni memoria de ella y se harán las banderas del regimiento Nº 6, sin necesidad de que sus falta se note por persona alguna; pues si acaso me preguntan por ella, responderé que se reserva para el día de una gran victoria por el ejército, y como ésta está lejos, todos la habrán olvidado y se contentaran con la que le presenten(…)pero diré también con verdad, que como hasta los indios sufren por Fernando VII, y los hacen sufrir con los mismos aparatos que nosotros proclamamos la libertad, ni gustan oír nombre del Rey, ni se complacen con las mismas insignias con que los tiranizan”.
Otras preocupaciones se le suman: el estado sanitario de las tropas es deficiente, el paludismo hace estragos, los efectivos del ejército no aumentan en cantidad que la circunstancia requieren, y Goyeneche se dispone a entrar en territorio jujeño por la quebrada de Humahuaca con 3000 hombres al mando de su primo el General Pío Tristán. Belgrano, si bien era amante “del bello sexo” conocía a Tristán de su época de estudiantes en España, mujeriego al extremo y amante de la buena vida.
En efecto.Mientras en Jujuy se enarbolaba y bendecía la bandera argentina y se rehacía un tanto aquel ejército, aumentado por el número 6 de jujeños.,Cochabamba caía.
Manifiesto era que el itinerario de Goyeneche sería el día después de su triunfo sobre el pueblo de Cochabamba, el que lo condujese hasta los fogones del campamento de Belgrano, o a los tesoros abandonados de las provincias del valle argentino. Terminaba julio, y las avanzadas enemigas eran seriamente reforzadas.
Fue entonces que estando Belgrano en Jujuy, como General en Jefe del Ejército del Norte, en julio de 1812, se produjo una gran avanzada realista, que amenazaba destruir totalmente los poco que se había ganado a fuerza de sacrificio y coraje.
A los patriotas les vinieron también algunos fusiles, con los que prepararon a hacer algo, siguiendo a su jefe, que prefirió una retirada, como lo ordenaba el gobierno, y el abandono al enemigo de las poblaciones y ciudades de Jujuy y Salta. Pero no fue tan solo una retirada militar; ordenó un abandono del país a todos sus habitantes; un levantamiento de todo objeto de recursos, o su destrucción, si no era fácil su transporte.
A los patriotas les vinieron también algunos fusiles, con los que prepararon a hacer algo, siguiendo a su jefe, que prefirió una retirada, como lo ordenaba el gobierno, y el abandono al enemigo de las poblaciones y ciudades de Jujuy y Salta. Pero no fue tan solo una retirada militar; ordenó un abandono del país a todos sus habitantes; un levantamiento de todo objeto de recursos, o su destrucción, si no era fácil su transporte.
Como dijimos, la orden de Belgrano fue terminante: no debería quedar nada que fuese de provecho para el adversario, ni casa ni objetos que fueran de utilidad, ni alimentos. Lo que no podía ser transportado a lomo de mula, de caballo o de burro, debió ser quemado.
El 29 de julio de 1812 Belgrano emite un bando disponiendo la retirada general: había que dejarle a los godos la tierra arrasada, ni casas, ni alimentos, ni animales de transporte, ni objetos de hierro, ni efectos mercantiles:
Este célebre bando hizo estremecer de ansiedad y amargura a la sociedad de Jujuy. Lo insertamos íntegro por su originalidad, y efectos que produjo.. Lo insertamos íntegro por su originalidad, y efectos que produjo. Fue necesario recurrir no sólo al patriotismo, sino a la abnegación de los criollos:
“Don Manuel Belgrano, general en jefe… Pueblos de la Provincia: Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme cargo de vuestra defensa, en que se halla interesado el Excelentísimo Gobierno de las Provincias Unidas de la República del Río de la Plata, os he hablado con verdad. Siguiendo con ella os manifiesto que las armas de Abascal al mando de Goyeneche se acercan a Suipacha; y lo peor es que son llamados por los desnaturalizados que viven entre vosotros y que no pierden arbitrios para que nuestros sagrados derechos de libertad, propiedad y seguridad sean ultrajados y volváis a la esclavitud.“Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reunirnos al Ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres[4], trayéndonos las armas de chispa, blanca y municiones que tengáis o podáis adquirir, y dando parte a la Justicia de los que las tuvieron y permanecieren indiferentes a vista del riesgo que os amenaza de perder no sólo vuestros derechos, sino las propiedades que tenéis.[5]”Hacendados: apresuraos a sacar vuestro ganado vacuno, caballares, mulares y lanares que haya en vuestras estancias, y al mismo tiempo vuestros charquis hacia el Tucumán, sin darme lugar a que tome providencias que os sean dolorosas, declarandóos además si no lo hicieseis traidores a la patria.”Labradores: asegurad vuestras cosechas extrayéndolas para dicho punto, en la inteligencia de que no haciéndolo incurriréis en igual desgracia que aquellos.”Comerciantes: no perdáis un momento en enfardelar vuestros efectos y remitirlos, e igualmente cuantos hubiere en vuestro poder de ajena pertenencia, pues no ejecutándolo sufriréis las penas que aquellos, y además serán quemados los efectos que se hallaren, sean en poder de quien fuere, y a quien pertenezcan.”Entended todos que al que se encontrare fuera de las guardias avanzadas del ejército en todos los puntos en que las hay, o que intente pasar sin mi pasaporte será pasado por las armas inmediatamente, sin forma alguna de proceso. Que igual pena sufrirá aquel que por sus conversaciones o por hechos atentase contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese. Que los que inspirasen desaliento estén revestidos del carácter que estuviesen serán igualmente pasados por las armas con sólo lo deposición de dos testigos.”Que serán tenidos por traidores a la patria todos los que a mi primera orden no estuvieran prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad, sean de la clase y condición que fuesen.”No espero que haya uno solo que me dé lugar par aponer en ejecución las referidas penas, pues los verdaderos hijos de la patria me prometo que se empeñarán en ayudarme, como amantes de tan digna madre, y los desnaturalizados obedecerán ciegamente y ocultarán sus inicuas intensiones. Más, si así no fuese, sabed que se acabaron las consideraciones de cualquier especie que sean, y que nada será bastante para que deje de cumplir cuanto dejo dispuesto.”Cuartel general de Jujuy 29 de julio de 1812”.Manuel Belgrano
En especial con referencia al segundo párrafo, Belgrano no se anduvo con chiquitas: era creyente, pero no titubeó: expulsó al obispo de Salta por conspirar con Goyeneche y ordenó fusilamientos a su entorno.
Apenas se lee sereno aquella orden tremenda lanzada contra todo habitante, que sin distinción alguna, debía obedecerla o perecer. El terror del bando hizo su efecto, y como el general se prometía; no encontró resistencias para ser cumplido. (…)
El patriotismo y decisión hizo llevaderas las penurias de la emigración próxima; y “hasta las mujeres se ocupaban de construir cartuchos y animar a los hombres”, como dice también el historiador Mitre.
No se emprendió la marcha sino cuando se había preparado todo y el enemigo se encontraba próximo, adelantando sus partidas sobre las últimas guardias de las fuerzas que habían estado en Humahuaca. Estas sin perder formación, sufrieron la picada que las orgullosas partidas realistas les hacían y atravesaron por las inmediaciones de la ciudad sin que ni se les permitiese a los oficiales detenerse con cualquier objeto un solo momento en las casas de la población. El grueso de la columna había marchado el 23 y la vanguardia, convertida en retaguardia, pasaba en la tarde de ese día. Belgrano fue el último que abandonó la ciudad en la noche, incorporándose a las fuerzas antes del día siguiente
El 23 de agosto el ejército y la población entera a las órdenes de Belgrano comienza el heroico Éxodo Jujeño, en dirección a Tucumán, no fue solo una retirada militar sino de todo un pueblo, por senderos, cruzando arroyos, montañas escarpadas, mujeres con sus niños y sus enseres; cuando ya el enemigo, adelanta sus partidas sobre las ultimas guardias de las fuerzas patriotas que había en Humahuaca. Estas sin perder formación, sufrieron las picadas que las orgullosas partidas realistas les obligaban realizar por las inmediaciones de la ciudad.
La vanguardia del ejército se convirtió en retaguardia, donde está el peligro y ahí estaba Belgrano, anocheciendo ese día fue el último en abandonar la ciudad, incorporándose a las fuerzas antes del día siguiente. Acontecía en esos días en “el viejo mundo” que el ejercito prusiano aplicó la misma táctica al ejercito invasor de Napoleón, preludio de lo que fue luego Waterloo.
El enemigo se posesionó de aquella solitaria ciudad en medio de su total abandono. Estaba desierta y desmantelada, de calles mudas y tristes. Solo encontró campo raso. Las llamas habían devorado las cosechas y en las calles ardían objetos que no pudieron llevarse. Espantado del aspecto tristísimo de aquellos hogares desamparados y de aquellas calles mudas y tristes, después de la agradable animación de otros tiempos, escribía el jefe Tristán su primo Goyeneche “Belgrano es imperdonable por el bando del 29 de julio (…) bando impío”
Todo servia a la estrategia de Belgrano, hasta los cardones disfrazados con sombrero, poncho y un palo se convirtieron en “amenazantes soldados” para el invasor que comenzó a tener miedo de este heroico pueblo.
El éxodo llego hasta Tucumán donde Belgrano desobedeciendo otra vez al Gobierno del Triunvirato no marchó a Córdoba. Se hizo fuerte en esa ciudad. Al mismo tiempo que Lamadrid sorprende y libra la batalla sobre le Río La Piedras, el 3 de septiembre, convirtiéndose en Victoria Patriota produciendo aliento y esperanzas en todos.
La vanguardia del ejército se convirtió en retaguardia, donde está el peligro y ahí estaba Belgrano, anocheciendo ese día fue el último en abandonar la ciudad, incorporándose a las fuerzas antes del día siguiente. Acontecía en esos días en “el viejo mundo” que el ejercito prusiano aplicó la misma táctica al ejercito invasor de Napoleón, preludio de lo que fue luego Waterloo.
El enemigo se posesionó de aquella solitaria ciudad en medio de su total abandono. Estaba desierta y desmantelada, de calles mudas y tristes. Solo encontró campo raso. Las llamas habían devorado las cosechas y en las calles ardían objetos que no pudieron llevarse. Espantado del aspecto tristísimo de aquellos hogares desamparados y de aquellas calles mudas y tristes, después de la agradable animación de otros tiempos, escribía el jefe Tristán su primo Goyeneche “Belgrano es imperdonable por el bando del 29 de julio (…) bando impío”
Todo servia a la estrategia de Belgrano, hasta los cardones disfrazados con sombrero, poncho y un palo se convirtieron en “amenazantes soldados” para el invasor que comenzó a tener miedo de este heroico pueblo.
El éxodo llego hasta Tucumán donde Belgrano desobedeciendo otra vez al Gobierno del Triunvirato no marchó a Córdoba. Se hizo fuerte en esa ciudad. Al mismo tiempo que Lamadrid sorprende y libra la batalla sobre le Río La Piedras, el 3 de septiembre, convirtiéndose en Victoria Patriota produciendo aliento y esperanzas en todos.
Pensemos en el sacrificio de ese pueblo sufrido y resignado, que se trasladaba con lo poco que podía salvar, sin saber exactamente cual iba a ser su suerte.
Más que un éxodo, aquello era la imagen del renunciamiento incondicionalmente realizado. El frío y la ventisca invernales acompañaron a la caravana.
Más que un éxodo, aquello era la imagen del renunciamiento incondicionalmente realizado. El frío y la ventisca invernales acompañaron a la caravana.
Hasta el 23 de agosto de 1812 –en que tuvo lugar el éxodo, la revolución había puesto a prueba el amor de sus hijos a la libertad, ofreciendo sus vidas, pero en ese momento Jujuy fue escenario de algo más extraordinario todavía: una población entera sin discriminación de clases ni de edades, que sacrificaba colectivamente, su tranquilidad, su fortuna, su existencia.. Jujuy, era el paso obligado al Alto Perú, donde se encontraba el cerro de Potosí, del que se extraía la plata, que le proporcionaba una gran riqueza. Jujuy, merced a ese holocausto por la Patria, debió renunciar a todos sus bienes, lo que la sumiría en la pobreza, de la que sería difícil resurgir.
En sendos bandos de Tristán y Goyeneche se habla de los escasos vecinos que quedaron en Jujuy, de la miseria y la devastación creadas por la guerra[6].
En sendos bandos de Tristán y Goyeneche se habla de los escasos vecinos que quedaron en Jujuy, de la miseria y la devastación creadas por la guerra[6].
En un oficio del 29 de octubre, Goyeneche celebra desde Potosí que el coronel de su ejército Indalecio González de Socasa haya podido construir el cuerpo municipal siquiera fuese con tres vecinos. Y agrega: “Me llena de la más dulce complacencia el voto unánime y general que V.S. me indica de los pocos vecinos que han quedado en esa ciudad de mantenerse decididos y adictos a la Casa del Rey sin que los retraiga la devastación que el furor y venganza del Caudillo Revolucionario Belgrano han causado en su población según lo tuvo anunciado en su impío bando del 29 de julio”.[7]
Fue tan completo el éxodo, que el testimonio español más que el argentino, nos da una idea cabal de su desarrollo. La historia de Torrente, escrita después de la guerra, con la tradición oral de los jefes realistas, nos dice en referencia a Goyeneche: “Hallándose a esta sazón con un brillante ejército, orgulloso por sus anteriores victorias, y muy superior en número y disciplina a las pocas y desalentadas tropas de Buenos Aires, que ocupaban las ciudades de Jujuy y Salta, de las que se habían retirado después de los ataques de Suipacha y Nazareno, con orden de su comandante Belgrano para que todos los habitantes evacuasen aquel territorio llevándose los archivos y aun los armamentos y muchos vasos sagrados de las iglesias, dispuso que el mayor general don Pío Tristán avanzase con tres mil quinientos hombres en persecución de aquellos prófugos”.
Belgrano, en razón del sacrificio efectuado por el pueblo jujeño, lo hizo depositario y guardián de la “bandera nacional de nuestra libertad civil”, puesto que, gracias a ese esfuerzo supremo, fue posible ganar las batallas de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, y después la de Salta, el 20 de febrero de 1813. Una bandera, una escuela y dos escudos quedaron para siempre en Jujuy como testimonio del agradecimiento del prócer, que supo reconocer el patriotismo del pueblo jujeño.
Belgrano, en razón del sacrificio efectuado por el pueblo jujeño, lo hizo depositario y guardián de la “bandera nacional de nuestra libertad civil”, puesto que, gracias a ese esfuerzo supremo, fue posible ganar las batallas de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, y después la de Salta, el 20 de febrero de 1813. Una bandera, una escuela y dos escudos quedaron para siempre en Jujuy como testimonio del agradecimiento del prócer, que supo reconocer el patriotismo del pueblo jujeño.
Bibliografía:
Carrillo, Joaquín, Jujuy. Apuntes de su historia civil, Universidad de Jujuy, Jujuy, 1989, pág. 142-149. disponible en http://www.elhistoriador.com.ar/documentos/independencia/el_exodo_jujeno.php (sitio consultado el 03-06-12)
Chiavidone, Arnaldo, Belgrano y el Éxodo Jujeño, Movimiento Cultural Acercándonos www.acercandonoscultura.com.ar, 23 Agosto 2010 , disponible en http://www.acercandonoscultura.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=132:belgrano-y-el-exodo-jujeno&catid=2:noticias&Itemid=114 (sitio consultado el 03-06-12)
Tregini Zerpa, Dora Blanca. El éxodo jujeño. En: Manuel Belgrano. Los ideales de la patria. Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano de la República Argentina, 1995 disponible en http://www.manuelbelgrano.gov.ar/belgrano_militar_exodo.htm (sitio consultado el 03-06-12)
Fuentes:
Belgrano, Manuel. Bando del 29 de julio de 1812, disponible en http://www.elhistoriador.com.ar/documentos/independencia/el_exodo_jujeno.php (sitio consultado el 03-06-12)
[1] Fue una batalla ocurrida el 20 de junio de 1811 entre las tropas realistas del Virreinato del Perú y las tropas del gobierno revolucionario de Buenos Aires (Primera Junta) durante la primera expedición auxiliadora al Alto Perú en el límite entre el Alto Perú, actual Bolivia, y el Virreinato del Perú. El título nobiliario de Condado de Guaqui conmemora el triunfo obtenido en esta localidad por las armas realistas.
[2] Ultipoco, Viltipoco o Piltipoco, fueron los tres nombres que usaron los españoles para citar al curaca de Purmamarca.
[3] San Francisco de la Nueva Provincia de Alava fue el nombre del segundo intento (de tres) de fundar una población en tierras jujeñas el 13 de octubre de 1575 en la confluencia de los ríos Grande y Xibi Xibi por el español Pedro Ortiz de Zárate, en lo que actualmente se denomina Punta de Diamante, donde se encuentra el actual Cementerio El Salvador. La aldea alcanzó escasamente un año de vida, ya que ―como su antecesora, la Villa de Nieva (1561-1563)― no pudo soportar los ataques de los nativos del lugar, que se resistían a los malos tratos de los «conquistadores» españoles. La importancia de fundar una ciudad en la salida de la Quebrada de Humahuaca radicaba en la necesidad de someter a los omaguacas, que impedían el desarrollo de la ruta procedente del Perú que llevaba al puerto de Buenos Aires, puerta del Atlántico.
[4] TREGINI ZERPA, DORA BLANCA, El éxodo jujeño. En: Manuel Belgrano. Los ideales de la patria. Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano de la República Argentina, 1995, p. 57. Véase: INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Apuntes biográficos. 2 edición, Buenos Aires, 1995.
[5] El subrayado es nuestro
[6] TREGINI ZERPA, DORA BLANCA, El éxodo jujeño, op. cit., p. 58.
[7] TREGINI ZERPA, DORA BLANCA,, El éxodo jujeño, op. cit., p. 57.
1 comentario:
En la Puna jujeña -La Siberia Argentina- marcan treinta mil desaparecidos y diez mil niños
sin certificado de nacimiento ni certificado de defunción, en tráfico de menores, comercio de órganos, o que murieron por sobredosis de medicamentos, expuestas en nombre de la medicina "científica", en experimentos; como, inoculación de cáncer en la mujer, de igual forma, la contaminación con plomo; no solo afecta a la madre, sino al otro ser que está en su vientre. Y los treinta mil entre niñas, niños, adolescentes y jóvenes; aparecen incinerados en espacios reducidos en diferentes puntos del país o extranjeros como Cuba, España, Oriente Medio…O vendidos como esclavas prostitutas, o en las tareas de la servidumbre o analfabetos en campos rurales. Confirma el acrecentamiento escaso o nulo de las poblaciones de la Puna Jujeña. Luego el genocidio argentino es latente, vinculante no a un proceso de reorganización nacional, sino a un proceso de reorganización política, una inducción al suicidio cultural que hoy llamamos etnocidio; que no permite la participación a una consulta previa. Y con el genocidio es, transformar la identidad del grupo oprimido e imponer la identidad del grupo opresor. Es seguir una estructura sociopolítica y jurídica, a una viabilidad en la explotación de los recursos naturales, sin consulta previa.
.- Se trata de Abra Pampa en la Puna Jujeña, condenados por la codicia capitalista de los empresarios y mineras, un desastre ambiental que aún no tiene responsables ni culpables, pero que la sufren miles de habitantes-.
-Un informe de la Universidad de Texas, dirigido por el argentino Ariel Dulitzky, dio cuenta de que el 81% de los chicos analizados mostraba altos niveles de plomo en sangre-
-. Por Quebrada y Puna-Jujuy- No tienen un hospital para tratar la contaminación con plomo, tampoco hospital de niños ni maternidad infantil. El analfabetismo sigue estando vinculado al hambre, la pobreza y la exclusión. No tienen educación infantil ni universidad nacional.
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