“Cantora” en el más amplio sentido que se le pueda dar a esta expresión, Heredera directa de los payadores, marcó su estilo un dejo “canyengue” y arrabalero. No era la potencia de su voz la que la destacaba sino el clima que creaba con sus susurros. El poeta Celedonio Flores compuso algunos de sus temas sólo para ella. Narraba las historias de los tangos casi con desdén. Según Gobello– más que cantar, decía: …se puso a chamuyar morosamente las letras, como para que la gente la escuchara con la oreja pegada a la gran flor azul de los gramófonos...”
Artista singular, llamada “la Piaff del arrabal porteño” cantaba como le había enseñado su amigo Juan de Dios Filiberto. Se convirtió en la primera artista que cantó en la radio y se vinculó estrechamente con el sello Víctor, para quien grabó más de doscientas composiciones. Sus discos fueron fundamentales para introducir el tango en Japón, ya que en 1970 viajó a Osaka donde fue reconocida de inmediato. Vecina del barrio de La Boca, Rosita Quiroga nació en 1896 y falleció en 1984.
Artista singular, llamada “la Piaff del arrabal porteño” cantaba como le había enseñado su amigo Juan de Dios Filiberto. Se convirtió en la primera artista que cantó en la radio y se vinculó estrechamente con el sello Víctor, para quien grabó más de doscientas composiciones. Sus discos fueron fundamentales para introducir el tango en Japón, ya que en 1970 viajó a Osaka donde fue reconocida de inmediato. Vecina del barrio de La Boca, Rosita Quiroga nació en 1896 y falleció en 1984.
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