Dejó de ser un debate
diplomático, un asunto para especialistas, una notita en algún periódico
o la manía de algunos ambientalistas, ahora llegó con todo y está
instalándose en el patio trasero y delantero de nuestras casas y
adentro también. Es el cambio climático.
Mientras se trataba de previsiones
catastróficas, de cifras, cálculos y especulaciones un poco
tremendistas, todos podíamos hacernos los desentendidos, los ajenos al
problema, ahora todos los años, todos los meses, muchos días, tenemos
una suma de indicadores, de desastres, de situaciones que sumadas
comienzan a dibujar un panorama un poco más vinculado a nuestras vidas
cotidianas, al que deberíamos prestarle un poco de atención.
Incluso en esta esquina de planeta, donde no existen terremotos
ni se recuerdan y por lo tanto se puede jugar con ellos en la
publicidad, en un territorio de clima templado y agradable, sin grandes
extremos, las cosas comenzaron a cambiar. En toda mi vida nunca vi
llover tanto, tan seguido y en una zona tan amplia del Uruguay como en
esta oportunidad. Dicen que en 1959 cuando las famosas inundaciones, la
cosa fue muy grave, pero...llovió en el norte y en el centro, ahora los
baldes se precipitaron en el centro, en el litoral y sobre todo en el
sur, donde vivimos la mayoría de los uruguayos.Y naturalmente a menos de un año de las elecciones se desató un escalón más de la campaña. Con los canales de televisión jugando duro. Voy a tomar un ejemplo. Hay una pequeña localidad, Tres Islas en el departamento de Cerro Largo muy afectada por una turbonada y, hacía allí fue un torrente de solidaridad y apoyo para la reconstrucción y entre ellos, un lugar destacados lo ocupan los trabajadores del SUNCA. Pues algunos hicieron una crónica desde esa localidad, hablaron maravillas de la intendencia y el mismo canal se "olvidó" de contarnos quienes eran esos trabajadores con camisetas rojas subidos a los techos y a las escaleras. Se les "escapó" a canal 10. Un ejemplo.
Ahora si se trata de Canelones, donde llovió lo que no se recuerda y afectó zonas muy amplias, allí hay que crucificar a la Intendencia de Canelones. Encástrala todo lo posible. Me hace acordar ese dicho italiano "Piove, governo ladro, non piove, governo ladro"
El sistema nacional de emergencia, funcionó muy bien, y hay que reconocerlo. Basta mirar y comparar con otras situaciones regionales. Nos mantuvo informados minuto a minuto y movilizó y coordinó todas las fuerzas del Estado. Muy bien por ellos, aunque los miserables nunca lo reconocerán.
Eso si, a la hora de golpear la puerta para pedir ayuda, hay una sola puerta, y esa es la del gobierno nacional. Está bien, pero al menos no se hagan los distraídos a la hora de reconocer que con los gobiernos de izquierda, otro de los cambios trascendentes es el apoyo a las intendencias de todos los partidos y sin distinciones ni discriminaciones. No funcionaba así en otras épocas, Montevideo fue sistemáticamente discriminada y debía pagar costos en sus obras que los otros 18 departamentos nunca pagaron. Ni los temporales les riegan la memoria...
Volvamos al tema central. ¿Tenemos que acostumbrarnos y prepararnos para una degradación permanente y constante del clima hasta el punto de que pueden cambiar nuestras costumbres, nuestro territorio, nuestras vidas?
En Uruguay en pocos días cayó el agua que habitualmente cae en un año. Mientras que en el norte del planeta el frío polar llegaba a los estados del sur de los Estados Unidos, con registros de bajas temperaturas y de nieve también históricos. ¿no nos viene la leve sospecha de que se trata de las mismas causas por las que en el sur vivimos un veranos tropical y digno de los monzones?
¿Para los uruguayos, los canadienses, los norteamericanos y muchos otros pueblo, el Protocolo de Kioto no debería estar un poco más cercano?
Estas lluvias arruinaron muchas casas y locales, destruyeron calles y caminos rurales, reventaron pozo negros, terminaron con muchas vacaciones e ilusiones de descanso, liquidaron cosechas de las granjas y desataron peligros de plagas en diversos cultivos. El valor total de los daños, todavía no podemos evaluarlo. Será muy salado, no solo para el gobierno, las intendencias, las empresas, sino para muchas personas.
Si al menos nos sirviera de advertencia de lo cruel que puede ser la naturaleza, esa misma naturaleza que nos permite vivir, puede imponernos un rigor extremo. ¿Es una fatalidad como pretenden hacernos creer algunas teorías?
Hay una parte de inevitable fatalidad, pero la otra, es la obra o mejor dicho es el resultado de la sistemática destrucción por parte de nuestro nivel de civilización en particular de la depredación de los recursos naturales hasta poner en peligro los equilibrios más elementales y complejos.
Tomemos un ejemplo, el Protocolo de Kioto sobre el cambio climático, establecido por las Naciones Unidas en 1997 que tenía el objetivo de reducir paulatinamente las emisiones de seis gases que producen el efecto invernadero y por lo tanto el calentamiento global: dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de tres gases industriales fluorados: Hidrofluorocarbonos (HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y Hexafluoruro de azufre (SF6).
Esos nombres que pueden sonarnos como extraños, como tecnicismos para especialistas, tienen que ver con cosas bien concretas que están modificando nuestras vidas y nos llegan a domicilio en forma de lluvias torrenciales, tormentas tropicales o polares en el norte y muchos otros fenómenos cada día más evidentes.
El protocolo fue inicialmente adoptado el 11 de diciembre de 1997 en Kioto, Japón, pero no entró en vigor hasta el 16 de febrero de 2005. En noviembre de 2009, eran 187 estados los que ratificaron el protocolo. EE. UU., mayor emisor de gases de invernadero mundial, no ha ratificado hasta hoy el protocolo. ¿No habrá que hacer algo a nivel global, una protesta, una movilización para obligar a los EE.UU. a firmar el Protocolo y a cumplirlo?
En el sur de la Tierra tenemos otro proceso delicado, el agujero en la capa de ozono.
El Gas Ozono está en un continuo proceso de formación y destrucción, ya que al poseer tres átomos de Oxígeno que se liberan a la atmósfera siempre uno de ellos se une a una molécula de Oxígeno y forma nuevamente Ozono, este último, después de absorber rayos UV se divide formando una molécula de oxígeno y liberando un átomo de oxígeno, proceso cíclico que se repite constantemente.
El ozono, ubicado en la Estratosfera es una capa de entre 15 y 30 km. de espesor que se acumula en la atmósfera en grandes cantidades, y se convierte en un escudo que nos protege de la radiación ultravioleta que proviene del sol haciendo posible la vida en la Tierra.
Durante los últimos años, la capa de ozono, se ha debilitado formando un verdadero agujero, que en algunos sectores ha producido disminuciones de hasta el 60% en la cantidad de ozono estratosférico. Este desgaste se debe al uso de un componente químico producido por el hombre, los clorofluorocarburos (CFC) de productos, como los aerosoles, disolventes, propelentes y refrigerantes. La acción de estos gases en la Estratosfera libera átomos de cloro (Cl) a través de la radiación UV sobre sus enlaces moleculares; cada átomo de cloro (Cl) destruye miles de moléculas de Ozono transformándolas en moléculas de dioxígeno. Otros compuestos que afectan la capa de ozono por contener cloro (Cl) son el metilcloroformo (solvente), el tetracloruro de carbono (un químico industrial) y sustancias que contengan bromo (Br), como los halones, utilizados para extinguir el fuego.
Lo confieso, yo hace algunos años leía de estos temas y como era más cómodo y menos tenso observar el calendario geológico y calcular los centenares de años que faltaban para que todos estos procesos impactaran en la vida de los seres humanos, me hacía bastante el desentendido. O le daba una simple mirada racional y los explicaba.
Lo que está sucediendo y que puede comprobar cualquier observador atento sobre lo que hoy se ve en la prensa con los cambios del clima en las diversas latitudes me fue cambiando la mirada. Ya no se trata del calendario geológico, sino del reloj, el reloj de la tierra comenzó a marcar un ritmo de degradación muy elevado y rápido y cuyas consecuencias comienzan a sentirse en forma concreta.
Siempre hubo tormentas, lluvias copiosas, desbordes de ríos, turbonadas y tormentas polares en el norte y en el extremo sur, pero hay una progresión creciente de esos fenómenos meteorológicos, de su frecuencia y de su gravedad. Y no hay registros del adelgazamiento del casco polar como sucede en la actualidad.
Cuando realmente decidamos TODOS
atender, con una mirada de civilización y humanidad estos procesos y la
necesidad de cambiar muchas cosas, se necesitarán muchas décadas para
revertir la actual situación. En la salud y el equilibrio del Planeta no
hay milagros. Y si no reaccionamos es posible que cuando queramos
cambiar ya sea demasiado tarde. Eso si, para algunos políticos uruguayos
de alto vuelo, siempre quedará el recurso de echarle la culpa al
gobierno de izquierda.
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