Autoras/es: Eduardo Galeano
(Fecha original del artículo: 1987)
Celebración de la voz humana/3
José Carrasco era un periodista de la revista Análisis. Una madrugada, en la primavera de 1986, lo arrancaron de su casa.
Pocas horas antes había ocurrido el atentado contra el general Augusto Pinochet. Y pocos días antes, el dictador había dicho:
- A ciertos señores los tenemos en engorde.
Al pie de un muro, en las orillas de Santiago, le metieron catorce balazos en la cabeza. Fue al amanecer, y nadie se asomó. El cuerpo estuvo allí, tirado, hasta el mediodía.
Los vecinos nunca lavaron la sangre. El lugar se convirtió en santuario del pobrerío, siempre cubierto de velas y flores, y José Carrasco se hizo ánima milagrera. En el muro, mordido por los tiros, se leen las gracias por los favores recibidos.
A principios de 1988, viajé a Chile. Hacía quince años que no iba. Me recibió, en el aeropuerto, Juan Pablo Cárdenas, el director de Análisis.
Condenado por agravios al poder, Cárdenas dormía en la cárcel.
Todas las noches, a las diez en punto, entraba en prisión, y salía con el sol.
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