Autoras/es: Stella Maris Torre
(Fecha original del artículo: Septiembre 2002)
Aquí seguimos abordando centralmente la problemática del conocimiento social y, su relación con la vida cotidiana.
Luego de conocer el pensamiento de Karl Marx al respecto, veremos ahora la perspectiva de otro importante autor: Max Weber.
Max Weber, pensador aleman que vivio entre los años 1864 y 1920, puede situarse como un exponente del pensamiento de siglo y como un sostenedor ferviente del espíritu de investigación, alimentado por una profunda preocupación por el conocimiento. El concepto de racionalidad que, según la acertada observación de Juan Carlos Portantiero, constituye la idea fuerza de su pensamiento sociologico se construye a partir del estudio del modo de producción capitalista, que Weber denomina la empresa de produccion capitalista diferenciandola de otras formas del capitalismo, a las que califica como capitalismo de aventura y capitalismo financiero.
En la empresa capitalista la producción se organiza a partir de un principio que es el cálculo. Tal cálculo determina previamente los medios que racionalmente se instrumentan para lograr un fin: lograr mayor productividad, es decir, lograr mayor producción en menor tiempo y obtener mayor ganancia.
Según el mismo Weber, esta racionalidad se corresponde con un tipo particular de acción social: el tipo de acción racional sujeta a fines. La acción social, entendida como una conducta humana provista de sentido y referida a otros que, cuando se presenta como una conducta plural recíprocamente orientada, constituye una relación social. Ella es considerada el objeto de la sociología a cuyo conocimiento el sociólogo, que es sujeto y objeto del mismo, accede mediante la comprensión del sentido que los hombres atribuyen a sus acciones. Tales tipos de acción social son ideales puesto que las acciones concretas de los hombres no se manifiestan en forma pura y su definición se plantea como tal sólo en términos del análisis. Dijimos que la acción social que más puntualiza Weber es la acción racional sujeta a fines, en la que hay un cálculo previo de los medios utilizados racionalmente que permiten lograr los fines previstos.
Los otros tipos ideales ya dados fueron progresivamente desplazados por este tipo de acción esencial a la producción capitalista; ellos suponen niveles decrecientes de racionalidad, y se definen como:
Acción racional con arreglo a valores: está determinada por la creencia consciente en el valor propio de una conducta, sin relación con el resultado, es decir, nada más que en mérito de ese valor;
Acción afectiva: se manifiesta, a raíz de afectos o estados sentimentales actuales, en forma emotiva;
Acción tradicional: está determinada por una costumbre arraigada y es la que más frecuentemente se manifiesta en la vida cotidiana.
A partir de aquí, el esquema weberiano se va complejizando paulatinamente hasta contener modos típicos de orientación de la acción (costumbres, situación de interés y orden legítimo); formas características de relación social (lucha, comunidad y sociedad) y, finalmente, grandes asociaciones dominación (estado-empresa-iglesia)
Estamos en presencia de las herramientas conceptuales con las que Weber describe n proceso social caracterizado por el despliegue sistemático de la acción racional con arreglo a fines -que implica el cálculo maás estricto de medios, fines y consecuencias-. En la medida que dicha acción se despliega, declina la posibilidad de ocurrencia de los tipos de acción racional valorativa, afectiva y tradicional. Esto significa el reemplazo de las relaciones sociales tradicionales, basadas en la emotividad y el arraigo, por modernos intercambios fundados en el puro interés -cuya expresión típica es el mercado- o bien la representación de un orden legítimo considerado válido y aceptado por el individuo, como ocurre en las grandes organizaciones politicas, sociales o religiosas de la sociedad moderna. Tengamos en cuenta que Weber sostiene la imposibilidad de organizar la sociedad sobre bases ético*racionales porque los requisitos oganizacionales de la sociedad capitalista de masas ahogan cualquier alternativa de este tipo, sometiéndola al predominio de la mera racionalidad instrumental.
Algunos críticos sostienen el paralelismo entre la racionalización y la alienación atribuida por Marx a las consecuencias del trabajo asalariado en la producción de la mercancía. Aun más, afirman que el tratamiento de la alienación es la herencia que recibe Weber.
A partir del análisis del capitalismo realizado por Marx y Weber y las categorías definidas por cada uno de ellos, se desarrolla el concepto de clase social, al cual el primero fundamenta estrictamente en factores económicos derivados de las relaciones de producción y el segundo analiza junto con otros elementos que conforman las nociones de status y prestigio.
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