Autoras/es: Diego Curyk
Comparto
aquí un texto en el cual invito a pensar juntos sobre las sexualidades
disidentes, la docencia, y las tensiones que esta relación despierta, y
han despertado en mi particularmente luego de algunas experiencias...
Creo que es importante ir construyendo nuevas formas de vincularnos y
pensarnos, es parte de nuestra tarea... Se reciben comentarios,
sugerencias, críticas. Abro aquí el debate!
ESCRIBIR DESDE EL ARMARIO DEL AULA
La
escuela como institución sostiene una necesaria tensión entre la
conservación de lo ya existente y la construcción de lo nuevo. Sin duda,
las sexualidades disidentes, quienes no nos ajustamos a la
heteronormatividad pautada como obligatoria, hacemos ruido. Un ruido que
despierta esa tensión.
En
febrero de este año, comencé a trabajar como maestro de 6to y 7mo grado
de la escuela 19 del distrito 11 de CABA. Resulta doloroso pensar el
modo en que, incluso en escuelas con un discurso que aparenta ser
políticamente correcto, inclusivo y que apela al respeto por la
diversidad, se busca invisibilizar nuestras identidades, nuestros
deseos, nuestros modos de vincularnos, al punto de convertir en
inhabitable nuestro rol docente en determinadas instituciones.
En
mi escuela, recibí capacitaciones de educación sexual. También se
trabajó sobre el día de lucha contra la homofobia y sobre el día de la
mujer, tal como establece la agenda educativa de la ciudad. En mi
escuela se promovía que lxs alumnxs jueguen libremente, sin
condicionamientos de género. Sin embargo, a la hora de tener un maestro
homosexual dentro de la escuela, se pusieron en juego aquellos
prejuicios que, quizás por inocencia o idealismo, creí que comenzaban a
desarmarse luego de tanta lucha y tantos derechos adquiridos. Con la
misma fuerza que se sostiene un discurso progresista, se apeló a una
persecución sobre mi trabajo, se me acusó de "tener fija la idea de la
diversidad sexual" argumentando que en la primaria resulta más apropiado
o relevante trabajar sobre otros tipos de diversidades. En una escuela
donde se propone pensar a lxs niñxs como sujetxs con derechos, con
quienes hay que establecer un vínculo afectuoso y respetuoso,
casualmente, fui el único docente al cual la directora aconsejó "No
toques a los alumnos" por ofrecer un abrazo o un sostén a un niño
llorando. Como si lxs docentes homosexuales tuviéramos una mayor
tendencia al abuso infantil.
Convirtieron
mi sexualidad en un tabú dentro de la institución. Se preocuparon y
temieron que me convierta en un maestro públicamente homosexual. Como si
su heterosexualidad no fuera pública, o como si mi forma de vivir mi
sexualidad resultara menos valiosa o más vergonzosa que la suya.
En
una escuela donde se busca consolidar el vínculo con la comunidad, se
me censuró la posibilidad de trabajar junto a lxs familiares de mis
alumnxs, por miedo a que dentro de mi discurso se escaparan esas
palabras tan temidas y al parecer prohibidas dentro de la institución.
Todo
esto de un modo sutil, casi imperceptible, a través del cual buscaban
dejar en claro qué identidades son permitidas y cuáles no. Y mezclándose
constantemente con mi labor profesional, persiguiéndome dentro de mi
trabajo, construyendo un clima de hostilidad en el cual mi subjetividad
resultaba inhabitable. Se me cuestionó en reiteradas oportunidades sobre
la construcción de mi rol docente. Al parecer, es moda en esta ciudad
pensar la idea de un rol docente ajeno a cuestiones políticas, a las
luchas de poder, a los posicionamientos ideológicos. Por lo tanto un
docente que podría asumir en un acto político de libertad su
homosexualidad, resulta peligroso, provocador.
Yo
no olvido que lo personal es político, y que toda educación es sexual,
incluso en aquello que no decimos, o lo que nos instan a no decir.
Y
desde el más profundo dolor, mi cuerpo no lo resistió, y renuncié. Hoy,
a un mes de haberme alejado de dicha institución, y con aún mucho dolor
por las situaciones vividas, me sigo preguntando cómo seguir abriendo
los armarios de nuestras aulas, cómo construir otros modos de
vincularnos, cómo rechazar esa presunción de heterosexualidad que cae
sobre nuestros cuerpos y nuestros roles docentes con toda su fuerza.
Muchos
discursos se modificaron, muchas leyes nos han convertido en sujetxs de
derechos, sin embargo aún quedan muchas prácticas por modificar para
poder construir un mundo mejor para todxs. Nos ha tocado atravesar este
lugar incómodo. Quizás esa sea nuestra tarea, nuestras puertas por
abrir, nuestros aportes a la educación.
Diego López Curyk
Orgulloso maestro homosexual.
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