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miércoles, 3 de octubre de 2012

Escribir desde el armario del aula - Docencia y homosexualidad

Autoras/es: Diego Curyk
Comparto aquí un texto en el cual invito a pensar juntos sobre las sexualidades disidentes, la docencia, y las tensiones que esta relación despierta, y han despertado en mi particularmente luego de algunas experiencias... Creo que es importante ir construyendo nuevas formas de vincularnos y pensarnos, es parte de nuestra tarea... Se reciben comentarios, sugerencias, críticas. Abro aquí el debate!
(Fecha original del artículo: Octubre 2012)
ESCRIBIR DESDE EL ARMARIO DEL AULA
La escuela como institución sostiene una necesaria tensión entre la conservación de lo ya existente y la construcción de lo nuevo. Sin duda, las sexualidades disidentes, quienes no nos ajustamos a la heteronormatividad pautada como obligatoria, hacemos ruido. Un ruido que despierta esa tensión.
En febrero de este año, comencé a trabajar como maestro de 6to y 7mo grado de la escuela 19 del distrito 11 de CABA. Resulta doloroso pensar el modo en que, incluso en escuelas con un discurso que aparenta ser políticamente correcto, inclusivo y que apela al respeto por la diversidad, se busca invisibilizar nuestras identidades, nuestros deseos, nuestros modos de vincularnos, al punto de convertir en inhabitable nuestro rol docente en determinadas instituciones.
En mi escuela, recibí capacitaciones de educación sexual. También se trabajó sobre el día de lucha contra la homofobia y sobre el día de la mujer, tal como establece la agenda educativa de la ciudad. En mi escuela se promovía que lxs alumnxs jueguen libremente, sin condicionamientos de género. Sin embargo, a la hora de tener un maestro homosexual dentro de la escuela, se pusieron en juego aquellos prejuicios que, quizás por inocencia o idealismo, creí que comenzaban a desarmarse luego de tanta lucha y tantos derechos adquiridos. Con la misma fuerza que se sostiene un discurso progresista, se apeló a una persecución sobre mi trabajo, se me acusó de "tener fija la idea de la diversidad sexual" argumentando que en la primaria resulta más apropiado o relevante trabajar sobre otros tipos de diversidades. En una escuela donde se propone pensar a lxs niñxs como sujetxs con derechos, con quienes hay que establecer un vínculo afectuoso y respetuoso, casualmente, fui el único docente al cual la directora aconsejó "No toques a los alumnos" por ofrecer un abrazo o un sostén a un niño llorando. Como si lxs docentes homosexuales tuviéramos una mayor tendencia al abuso infantil.
Convirtieron mi sexualidad en un tabú dentro de la institución. Se preocuparon y temieron que me convierta en un maestro públicamente homosexual. Como si su heterosexualidad no fuera pública, o como si mi forma de vivir mi sexualidad resultara menos valiosa o más vergonzosa que la suya.
En una escuela donde se busca consolidar el vínculo con la comunidad, se me censuró la posibilidad de trabajar junto a lxs familiares de mis alumnxs, por miedo a que dentro de mi discurso se escaparan esas palabras tan temidas y al parecer prohibidas dentro de la institución.
Todo esto de un modo sutil, casi imperceptible, a través del cual buscaban dejar en claro qué identidades son permitidas y cuáles no. Y mezclándose constantemente con mi labor profesional, persiguiéndome dentro de mi trabajo, construyendo un clima de hostilidad en el cual mi subjetividad resultaba inhabitable. Se me cuestionó en reiteradas oportunidades sobre la construcción de mi rol docente. Al parecer, es moda en esta ciudad pensar la idea de un rol docente ajeno a cuestiones políticas, a las luchas de poder, a los posicionamientos ideológicos. Por lo tanto un docente que podría asumir en un acto político de libertad su homosexualidad, resulta peligroso, provocador.
Yo no olvido que lo personal es político, y que toda educación es sexual, incluso en aquello que no decimos, o lo que nos instan a no decir.
Y desde el más profundo dolor, mi cuerpo no lo resistió, y renuncié. Hoy, a un mes de haberme alejado de dicha institución, y con aún mucho dolor por las situaciones vividas, me sigo preguntando cómo seguir abriendo los armarios de nuestras aulas, cómo construir otros modos de vincularnos, cómo rechazar esa presunción de heterosexualidad que cae sobre nuestros cuerpos y nuestros roles docentes con toda su fuerza.  
Muchos discursos se modificaron, muchas leyes nos han convertido en sujetxs de derechos, sin embargo aún quedan muchas prácticas por modificar para poder construir un mundo mejor para todxs. Nos ha tocado atravesar este lugar incómodo. Quizás esa sea nuestra tarea, nuestras puertas por abrir, nuestros aportes a la educación.
Diego López Curyk
Orgulloso maestro homosexual.

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