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miércoles, 14 de diciembre de 2011

I- Concepciones de salud- enfermedad: 2- Salud- enfermedad en la vida cotidiana. b) Salud-enfermedad: concepciones y manifestaciones cotidianas ii. Situaciones de la vida cotidiana en que dichas concepciones se manifiestan

Autoras/es: Stella Maris Torre
(Fecha original del artículo: Diciembre 2008)

                                                               ii.      Situaciones de la vida cotidiana en que dichas concepciones se manifiestan
Me propongo aquí relatar tres situaciones reales que, tal vez precisamente por ser hechos, presentan la complejidad propia de la realidad fáctica, por lo cual en cada uno de los casos entran en juego más de una concepción sobre la salud-enfermedad.
1º Caso: Médica del Servicio de Patología Cervical
Entrevista en Consultorios de Patología Cervical, Hospital Rivadavia, el 14-08-08
La médica manifiesta, a mi entender, una concepción del proceso de salud-enfermedad propia del ámbito oficial, con una concepción restrictiva de la enfermedad (si la paciente tiene ardor, hay que hacerle el análisis ad hoc y punto). Hasta califica de “mal profesional” al médico que envía a la paciente a hacerse un estudio  de prevención (Pap y colpo), aunque reconoce en parte que podría ser una forma de retenerla dentro del sistema. También manifiesta (al igual que otros médicos, según nos contó Hilda) un encerramiento del discurso vinculado con la exclusividad del conocimiento: “nosotros le explicamos todo, pero…” responsabilizando de la falta de conocimiento de los pacientes a los pacientes mismos. Algo de esto puede ser así, pero también es un hecho que hay médicos que no le explican nada al paciente, y tal vez por esta relación asimétrica propia de la relación médico-paciente, estos últimos ni piensan en preguntar. Y por el lado de los médicos, también es difícil que comprendan la necesidad de informar y de articular experiencias con otros profesionales.
2º Caso: Juan Carlos E.
Ocurrido en Rosario hace alrededor de veinticinco años, me fue relatado por uno de los hijos del paciente.
En esta situación operan simultáneamente varias concepciones. Por el lado del médico clínico, una concepción biologicista, exógena, y en tercera persona, buscando algún órgano lesionado o bien alguna infección localizada. No se percató entonces de que se trataba de una descompensación general que se manifestaba mediante síntomas psíquicos. Por el del neurólogo y los psiquiatras, una concepción psíquica, dejando de lado entonces la posibilidad de ampliar los estudios fisiológicos. Y en todos ellos, una concepción restrictiva de la salud-enfermedad que en general es propia de las prácticas en el ámbito oficial que lleva a especializaciones y subespecializacioes. Por el lado de la médica anciana, considero que, aún con su formación de especialista, su visión es generalista (tal vez proveniente de su formación, hacía ya muchos años), y me atrevo a decir que hasta ecológica (en el sentido que relacionó el síntoma con el “ambiente” corporal), dejando de lado la manifestación “en sí” y comenzando a buscar en todo el cuerpo mediante un simple y acertado examen clínico. Finalmente, por el lado de la familia del paciente, adhiere a la visión propia del ámbito oficial de la medicina: “si los médicos lo dicen, así será”, aceptando su poder y delegando las decisiones en ellos, con la excepción tal vez de la hermana mayor, donde “perdido por perdido” tuvo una mínima sospecha y actuó en consecuencia buscando otra opinión, pero siempre dentro de la profesión médica. También se aceptó su palabra, y afortunadamente, la anciana médica tuvo razón en su diagnóstico y en la elección del tratamiento.
3º Caso: Vecinos de la Zona Norte del Gran Buenos Aires contaminados por desechos industriales
Relevamiento del Foro por la Salud y Medio Ambiente de Vicente López en Munro-Carapachay, mayo – junio 2006;  y encuentros de discusión con los vecinos del barrio, año 2006, vivencia personal
Como una de las integrantes del Foro, puedo decir que el desarrollo de este trabajo fue arduo, principalmente por algunas divergencias que teníamos sobre el concepto de salud-enfermedad. Si bien todos enfocábamos el problema como de la comunidad, no todos coincidíamos en las propuestas de acción: algunos, desde una concepción ecológica en defensa del ambiente “natural” apoyaban a los vecinos del barrio en sus reclamos para que las fábricas fueran cerradas (por otra parte, los cierres fueron intermitentes y como respuesta a cada movilización vecinal), otros, desde una conceptualización “social”, pensábamos en la complejidad del problema, que abarca también el tema del trabajo y la salud de los propios operarios de estas empresas (los cuales no son vecinos del barrio).
Los vecinos, por su parte, oscilaban entre un pensamiento biologicista que considera a la enfermedad como un problema individual (conformándose con tratarse con la médica especialista en contaminación que contrató el intendente o bien mudándose de barrio para evitar contaminarse) y entre atribuirlo a causas ambientales pero solucionables, como ya anticipe, mediante el cierre de las fábricas.
Pudimos ponernos de acuerdo en algunos puntos, pero todavía está pendiente una amplia comprensión de la salud-enfermedad como complejo y abierto proceso de carácter social

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