Autoras/es: Canal Encuentro
- Presentación -
El funeral del director de la Penitenciaría Nacional ha concluido. El carruaje que lleva al coronel Ramón Falcón avanza sin apuro por la avenida Quintana. Lo acompaña su secretario privado, Alberto Lartigau.
Un joven extranjero se acerca corriendo al carruaje. Lleva
un paquete en la mano y lo arroja al interior del vehículo.
El atacante, perseguido, corre desesperadamente. Dobla por
avenida Alvear y se detiene en una obra en construcción. Saca un revólver y comienza
a correr nuevamente.
A la carrera se dispara un tiro sobre la tetilla derecha y
cae redondo sobre la acera.
La bomba casera ha caído a los pies de Falcón y Lartigau.
Los médicos que atienden a Falcón no ven otra salida que
amputarle la pierna izquierda, pero el jefe de la policía muere a las 2 y
cuarto de la tarde. Lartigau aguanta hasta las 8 de la noche.
Varios días después, aunque el atacante sólo declara ser
ruso y tener 18 años, la policía logra identificarlo: se trata de Simón
Radowitzky.
- Desarrollo -
Para fines del siglo XIX la Argentina agroexportadora se encuentra en plena expansión, y necesita mano de obra.
Muchos de los recién llegados se trasladan al ámbito rural.
Allí, la variedad de tareas y los frecuentes desplazamientos reducen las
posibilidades de asociación. Los incipientes conflictos se resuelven en forma
local.
Cuando en el campo se requieren menos brazos, los
inmigrantes comienzan a trasladarse al ámbito urbano. Paralelamente al desarrollo de las economías agrarias se van conformando
algunas grandes ciudades: Rosario, Buenos Aires, Córdoba, y polos
agroindustriales como en Tucumán y Mendoza.
El espectacular crecimiento genera una gran demanda de
bienes y el desarrollo de actividades manufactureras. Los ferrocarriles y
puertos concentran grandes cantidades de trabajadores. Pero en la próspera
Argentina las condiciones laborales son precarias y las leyes obreras
inexistentes.
Una de las primeras medidas de fuerza del movimiento
obrero organizado que se registran es la de la Unión Tipográfica Bonaerense, en
1878: se resisten a la rebaja de salarios que impone una imprenta y que otras
empresas pretenden imitar.
Más de mil trabajadores reunidos en asamblea se pronuncian
por la huelga. Los grandes diarios de la época, La Prensa y El
Nacional, intentan contratar tipógrafos en Uruguay, pero los trabajadores
uruguayos, en solidaridad, se niegan. Las patronales vuelven a los sueldos
originales y reducen la jornada laboral a 10 horas en invierno y 12 en verano.
Esta primera experiencia es sólo el comienzo…
El reclamo que se abre es similar en todos los casos: aumento
salarial, pago de haberes atrasados, reducción de la jornada laboral y mejores
condiciones de trabajo.
En esta etapa, el 60% de las huelgas consiguen lo que
pretenden, y el Estado prácticamente no interviene.
Las ideas que traen los inmigrantes de la Europa en
proceso de industrialización: el socialismo y el anarquismo, encuentran eco en
la clase obrera local.
Ante las malas condiciones laborales, los socialistas
promueven la acción política de los trabajadores.
En 1894, el médico Juan Bautista Justo, preocupado por la
situación de los trabajadores y ligado al socialismo internacional, funda el
diario La Vanguardia.
Dos años más tarde, en 1896, organiza el Partido
Socialista Obrero Argentino, liderado por profesionales de clase media como
Nicolás Repetto, Adolfo Dickman y Alfredo Palacios, entre otros.
El partido socialista denuncia vicios en la política pero
acepta las condiciones de competencia electoral y promueve la asociación de los
obreros, subordinados a la dirección del partido.
Organiza y apoya las ligas agrarias porque entiende que el latifundio es una traba al progreso económico y social, perpetrada por el régimen oligárquico.
Entre los obreros, promueve la formación de cooperativas de producción, consumo y vivienda, y de distintas formas de asociación cultural.
En el campo de la educación, crea la Universidad Popular de Barracas, la Sociedad Luz, bibliotecas populares y escuelas primarias allí donde no existían o eran insuficientes.
Organiza y apoya las ligas agrarias porque entiende que el latifundio es una traba al progreso económico y social, perpetrada por el régimen oligárquico.
Entre los obreros, promueve la formación de cooperativas de producción, consumo y vivienda, y de distintas formas de asociación cultural.
En el campo de la educación, crea la Universidad Popular de Barracas, la Sociedad Luz, bibliotecas populares y escuelas primarias allí donde no existían o eran insuficientes.
Juan B. Justo marca la línea ideológica del partido. Es él
quien realiza –en la Argentina-la primera traducción al castellano del tomo I
de El Capital, de Carlos Marx. Se inspira además en su acercamiento
inicial a la socialdemocracia alemana y en los programas políticos de los
socialismos francés y belga.
El primer diputado socialista de toda América es elegido
en 1904 por el barrio de La Boca. Se trata de Alfredo Palacios, que logra unos
años después la aprobación en el Parlamento de la Ley de Descanso Semanal.
Tanto el socialismo como el anarquismo dan un paso
significativo en los reclamos de ampliación de la participación política de las
mujeres. Si bien existen militantes feministas y socialistas anteriores, Alicia
Moreau, la segunda esposa de Justo, se convierte en un ícono de este movimiento.
La primera esposa de Justo, Mariana Chertkoff, inmigrante
de origen ruso, también es una activa militante del partido, junto con sus dos
hermanas, Fenia y Adela, casadas respectivamente con Repetto y Dickman.
El grupo de choque es el anarquista, que desde
mediados de 1880 comienza a tener difusión y peso, especialmente entre los
inmigrantes italianos.
Los anarquistas proponen la eliminación de toda forma de
opresión: del Estado, de los patrones, de la Iglesia. Algunos promueven la
organización sindical y la huelga general revolucionaria, y otros son
partidarios de la acción directa: sabotaje, colocación de bombas.
La consigna es destruir la sociedad injusta y construir
una nueva sin patrones, gobiernos ni religiones. La mujer cumple un rol activo.
En 1897, fundan el periódico La Protesta y logran
la creación de los sindicatos de albañiles, cigarreros, carreros, yeseros,
ebanistas y marmoleros.
Para principios del siglo XX, el movimiento obrero
argentino es una realidad. En 1901, la Federación Obrera Argentina es la
central que nuclea a la mayoría de los gremios del país.
La clase dirigente reacciona. Explican la conflictividad por
la presencia de extranjeros malintencionados, y organiza la represión.
En 1902 se aprueba la Ley de Residencia, que permite
expulsar sin juicio previo a los extranjeros considerados peligrosos.
El movimiento obrero decreta, a través de la Federación Obrera
Argentina, la primera huelga general de la historia argentina. Los socialistas
se oponen, porque consideran que la huelga general es un acto desmesurado.
Las divergencias provocan la fractura de la central
sindical: la Federación Obrera queda en manos anarquistas, y los socialistas
fundan la Unión General de Trabajadores.
La huelga tiene un alto acatamiento. En respuesta, el
gobierno decreta el estado de sitio y lanza una gigantesca redada sobre las
barriadas obreras. A los argentinos se los encarcela, y a los extranjeros se
les aplica la Ley de Residencia.
La Federación Obrera Argentina -llamada ahora Federación
Obrera Regional Argentina-convoca al acto del 1 de mayo de 1904, por el
aniversario del ahorcamiento de los mártires de Chicago, ocurrido en 1886. A
poco de iniciada la marcha comienza la represión policial, que deja un saldo de
varios muertos.
Las dos centrales sindicales decretan la huelga general y
piden el encarcelamiento de los responsables.
A pesar del estado de sitio decretado por el presidente
Manuel Quintana, las centrales sindicales deciden conmemorar en forma conjunta
un nuevo aniversario del 1º de Mayo. El acto se
realiza frente al Teatro Colón.
Un escuadrón de 120 policías a caballo se lanza contra
la multitud mientras los bomberos policiales atacan por otro frente. En la
plaza Lavalle quedan 4 muertos, más de 50 heridos y cientos de detenidos.
El jefe de policía es el coronel Ramón Lorenzo Falcón.
En otro 1º de Mayo, esta vez en 1909, son convocados dos
actos obreros. Uno lo organiza la Unión General de Trabajadores, de los
socialistas, donde hablará Alfredo Palacios. El otro es el de la Federación
Obrera Regional Argentina, de los anarquistas, que se concentrarán en Buenos
Aires, en la Plaza Lorea, para marchar por Avenida de Mayo, Florida hasta Plaza
San Martín, y de allí por Paseo de Julio hasta la Plaza Mazzini, hoy conocida
como Plaza Roma.
En la esquina de Avenida de Mayo y Salta se detiene un
coche. Es el del coronel Ramón Falcón. Los manifestantes lo reconocen. Le
gritan: ¡Abajo el coronel Falcón!
El tiroteo se desata. Tras media hora de enfrentamientos,
quedan 8 obreros muertos y 105 heridos, la mayoría: españoles, italianos y
rusos. Entre los rusos, Simón Radowitzky es testigo de la masacre.
Los locales de tendencia anarquista son clausurados.
Las centrales obreras y sindicatos declaran la "huelga
general por tiempo indeterminado”. Piden la renuncia de Falcón.
Sesenta mil personas acompañan los restos de los caídos al
cementerio de la Chacarita.
La huelga tiene éxito parcial y finalmente se acuerda la
libertad de los presos por causa de la huelga y la reapertura de los locales
obreros.
El presidente Figueroa Alcorta felicita al coronel Falcón
en la Casa Rosada: “Falcón va a renunciar el 12 de octubre de 1910, cuando yo
termine mi período presidencial”.
Pero el coronel Ramón Falcón no será testigo de los
fastos del Centenario: el 14 de noviembre de 1909, luego de asistir al funeral del director de la Penitenciaria Nacional, el carruaje que
lleva al jefe de la Policía es interceptado por un sobreviviente de la represión
del 1º de Mayo. Simón Radowitzky arroja una bomba al carruaje que lleva a Ramón
Falcón.
Tras el atentado, Figueroa Alcorta decreta el estado de
sitio, detiene a dirigentes obreros y prohíbe a los diarios revelar cualquier
información sobre Radowitzky o actividades anarquistas.
Falcón y su secretario son velados en el Departamento
Central de la Policía.
Para el Ejército argentino,
Radowitzky se convierte en símbolo de la clase obrera enemiga de la nación.
Cuando todo indica que Simón Radowitzky será condenado a
muerte,
un tío suyo entrega la partida de nacimiento que demuestra
que es menor de edad y evita que lo fusilen. Es condenado a prisión por tiempo
indeterminado y permanece en el penal de Ushuaia 21 años.
- Cierre -
El atentado a Ramón Falcón es un hecho excepcional, pero
no inexplicable. Radowitzky es un inmigrante en un país donde los extranjeros
son casi un tercio de la población, y en la región pampeana las corrientes
anarquistas tienen gran peso en el movimiento obrero. Falcón es reconocido como
el responsable directo de la represión a los trabajadores.
El traslado de las tensiones sociales del campo a la
ciudad, la experiencia de trabajo de los obreros y obreras urbanos, el
crecimiento de las ideas anarquistas y la alta conflictividad de la primera década
del siglo XX permiten entender un poco más el suceso.
Mientras los dirigentes de la república oligárquica se
preparan para festejar el Centenario y celebrar el progreso, la conflictiva
presencia del movimiento obrero les recuerda que tienen una deuda pendiente con
amplios sectores de la población.
* Fuente:
Historia de un país.
Argentina siglo XX
Capítulo 6: “Orígenes
del movimiento obrero”
Canal Encuentro
Guión: Paula Romero Levit/ Pablo Hidalgo – Asesoramiento Histórico:
“Eternautas”
– Coordinador: Gabriel Di Meglio/ Gustavo Alvarez/ Juan
Pablo Fasano – Asesoramiento de contenidos: Jésica Tritten – Archivo histórico
documental de Canal Encuentro: Claudia Perel/ María Flores/ Gachi González/Verónica
Kodalle
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