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jueves, 21 de abril de 2011

Había una vez... un gato de color pardo

Autoras/es: Stella Maris Torre
Luego de casi cinco años de haber sido sancionada y promulgada la "nueva" ley de educación nacional me he propuesto indagar acerca de los rumbos que va tomando su implementación en las distintas jurisdicciones del país.
Me pareció una buena introducción recordar primeramente algunas de las reflexiones y debates producidos durante el año 2006, comenzando -como buena burra- por un artículo de opinión escrito por mí por pedido de la Asamblea Popular de Olivos, donde de algún modo pongo en duda que ésta sea una ley construída entre todos y desde la base, tal como el Estado promocionó y promociona (1).
Aquí va... Desde ya agradezco sus comentarios...
(Fecha original del artículo: Noviembre 2006)

Había una vez... un gato de color pardo (2)

Una tarde de calorcito donde no encontré nada interesante para ver en la tele me dije a mí misma “¿a ver che, cómo es el asunto éste del proyecto oficial sobre la nueva ley de educación que el gobierno dice haber elaborado en base a las propuestas recibidas en un amplio debate público? (3)” Por suerte tenía a mano el texto, venía laaaaaaaargo largo, así que con un poco de desgano lo tomé y comencé a hojearlo. Mi afán investigador me llevaba a buscar, y tratar de encontrar, la novedad.

“Hmmm, que parecidos los títulos a los de la ley federal”, fue lo primero que pensé, reflexionando luego: “pero no, no nos guiemos por los títulos, adentrémonos en la lectura”.
-          Poso entonces el dedo índice sobre el índice, valga la redundancia; el dedito recorre el mismo y al azar se posa sobre educación permanente. Entusiasmada, exclamo: “¡Qué buenísimo! ¿se habrán inspirado en Paulo Freire?”. Pero no, nada que ver. Se trata de certificados otorgados a jóvenes y adultos luego de cierta preparación “con criterios flexibles donde se adquieran competencias para el mundo del trabajo”. Primera desilusión.
-          Luego el índice se posa en educación superior, “Hmmm que interesante” pienso corriendo a leer lo que dice el capitulo. Pero ¿qué dice el capítulo? ¡nada, no dice nada! Simplemente nos remite a la siniestra ley de educación superior menemista. Segunda desilusión.
-          Ahora se posa el dedito, siempre al azar, sobre educación técnico profesional, ¿y qué dice? ¡no dice nada, tampoco dice nada!, remitiéndonos también a una ley preexistente. Tercera desilusión.
-          En el titulo dedicado a gobierno, el índice posa, ya tambaleante, sobre consejo federal de educación. “¿Será tal vez como con la 1420, donde hubo un intento de que a las escuelas las manejara más la comunidad que los ministros? No, ¡ni ahí! Se trata del mismo consejo de notables creado por la dictadura de Lanusse, ampliado en sus funciones de concertación por Menem, y ahora con atribuciones directamente normativas y ejecutivas sobre las autonomías provinciales. “¡Qué horror!” pienso “¡hasta podría llegar a ser inconstitucional!”. Cuarta desilusión.
-          Casi a punto de derrumbarme, insisto: “¿Y financiamiento, donde está el financiamiento? ¡ay, no hay ningún titulo! ¿donde leo, donde leo, donde leo? Nada, no hay ningún titulo, ningún capitulo. En fin, tendré que leer todo el proyecto... ” Tres horas después, cansada de recorrer el articulado, puedo decir que de financiamiento no dice nada... “¡Ah sí! acá hay un párrafo escondidito, ¡pero dice lo mismo que la ley de financiamiento!” Quinta desilusión.

A pesar de estos desencantos, tantas y tantas horas de lectura del proyecto no han sido en vano.
-          Porque eso si: dice que los chicos tienen la obligación de estudiar ¿podrá entonces el Estado o cualquiera de sus padres demandar a los nenes que le escapan a los libros?
-          Sin embargo, no todas son obligaciones. Los chicos también tienen derechos, como por ejemplo, a recibir un mínimo de días de clase anuales y horas de clase semanales. ¿podrá entonces el Estado o cualquiera de los nenes o sus padres demandar a los docentes que hacen paro en reclamo de sus derechos laborales?
-          Y para que nos quede bien clarito, el proyecto también dice que no podrá ejercer la carrera docente el que haya actuado “contra el orden constitucional y el sistema democrático”. ¡Marina Schiffrin atenti, no se te ocurra cortar de nuevo la ruta en defensa de la educación pública porque serás un mal ejemplo para las nuevas generaciones que si te siguen en tus andadas, no solo serán procesados sino que nunca, pero nunca, podrán ser maestros!

Por otro lado, tantas y tantas horas de lectura parecen confirmar lo que “sospeché desde un principio”: ¡qué parecidos son muchos artículos a los de la ley federal! Bueno, en realidad primero lo pensé desde lo que me acordaba de aquel engendro, pero para estar segura desempolvo la LFE -a la cual quieren quitar de nuestra memoria como de un plumazo, como si no existiera más- y la chusmeo un poco.
Efectivamente, luego de estar largo rato con un texto en cada mano, y moviendo los ojos –y la cabeza- de aquí para allá, puedo decir que muchos artículos ¡son exactamente iguales! Con lo cual exclamo admirada: “¡Qué casualidad tan grande que en la ciudadanía toda, a través de un debate amplio, profundo, participativo, etc. haya penetrado tan hondamente el espíritu de la ley menemista y por lo tanto estas gentes han expresado -en sus respuestas a las encuestas propiciadas por el gobierno- que quieren que la ley federal tenga su continuidad en esta! En este país si que el pueblo manda y el gobierno obedece...

Además, esa sonrisa, esa barbita, ese discurso tan progre de Filmus ¿no le hacen casi olvidar a una que el actual ministro, junto con Tedesco, actual secretario de educación, formaron parte de la troupe de mentores intelectuales de la LFE? No, no, no, no fueron ellos los que redactaron el nuevo proyecto ayudados por la iglesia y la “sociedad civil” que tienen intereses en la empresa educativa. El hacedor fue el debate popular ¿no es cierto?

Ay, pero mientras yo ando dando vueltas con estas reflexiones casi filosóficas, ¿que estará pasando allá fuera?:
-          Mientras tanto, los diputados “se pagaron” dos luquitas extra para seguir sesionando hasta fin de diciembre, hacer quorum y aprobarle al ejecutivo su paquetito de leyes, incluida la que nos ocupa y la de presupuesto. Suena a cometa ¿no es cierto? Pero es legal, absolutamente legal (aunque dudo que sea legítimo)
-          Mientras tanto, el hospital de clínicas, hospital universitario, se cae a pedazos, no tienen fondos ni para gasas y menos, para reparar el ascensor. Y quién sabe, tampoco para el instrumental médico.
-          Mientras tanto, en algunas facultades Edenor corta el suministro por falta de pago, los tubos de luz no pueden ser repuestos, ni hablar de renovar sillas o comprar tizas ¿e investigación, qué es eso...?
-          Mientras tanto, las escuelas para nuestros niños ¿cómo andan? ¿no hay techos a punto de desplomarse, libros arruinados en la biblioteca porque se mojan cuando llueve, cables de electricidad embutidos sin caño en las paredes, pluviales que se tapan con las hojas, baños que no funcionan?
Parece bastante arduo este asunto de estudiar. Tanto los funcionarios como nuestros “representantes”, desde sus suculentos ingresos, sus cómodos sillones y sus oficinas con aire acondicionado, nos están diciendo la frase ya famosa “la letra con sangre entra”. El saber duele, si quieren aprender, sufran, si quieren enseñar, también.
Menos mal que ahora con el nuevo proyecto, aquellos que quieran “hacer carrera” como directivos no tendrán que pasar por tanto sufrimiento en el aula. ¡Sí señores, ahora se va poder dirigir una escuela teniendo conocimientos sobre gestión, no hace falta tener una extenuante práctica educativa! ¡Ya me lo veo a Cavallo con el guardapolvito cuadriculado al frente del Jardín de Infantes!

Hmmm, poniendome un poco más seria, me parece que algo huele a podrido en el Palacio Pizzurno. ¿Qué estará sucediendo?
Lo que más publicita el ministro, aparte de que este proyecto surge del famoso debate de la comunidad, es que unificará las estructuras educativas provinciales, establecerá una escolaridad obligatoria de 13 años, obligará al Estado a ofrecer la sala de 4 años, hará reformas a la carrera docente, administrará un canal educativo (¿esto no existía ya?) establecerá la enseñanza de una segunda lengua e informática (¿esto no lo decía ya la LFE?) y asegurará la educación intercultural bilingüe a las comunidades indígenas (¿esto no estaba reconocido ya por la constitución en su reforma del ’94?). En fin, estas son algunas de las otras novedades de las que me acuerdo después de aquella tan extensa lectura que les dije.
¡Ah, me olvidaba! Cuando Filmus presentó este proyecto en el congreso dijo que es “una ley que avanza en el largo plazo, y no para la conyuntura”. Bueno, no se por qué –porque ya casi me olvidé- pero en realidad esta frase me resulta muy parecida a la que dijo hace más de diez años su ayudante Tedesco con respecto a la ley federal: “la reforma llegó para quedarse”. ¿No es como si nos estuvieran diciendo “Más clarito, echale agua...”?

La verdad, yo no lo tengo clarito, me quedan un montón de dudas, y quisiera referirme un poco a aquello de lo que no se habla, a aquello que no se pone “a debate”.

Podría seguir por el carril filosófico y preguntarme ¿cuáles son los fines y valores de la educación?, pues de eso no se discute, Pero no diré aquí cómo es que me los imagino, ya que lo importante no es la palabra de una o uno, sino la construcción colectiva de fines y valores.

A lo que sí voy a referirme es a un tema del que tampoco se habla y es bastante más terrenal. La ley de financiamiento sancionada en diciembre de 2005 -sin consulta ni nada por el estilo- habla de cuánto se proyecta gastar en educación pero no da demasiadas precisiones sobre las fuentes, es decir,  acerca de donde saldrá el dinero, por lo cual entendemos que este “detalle” estaría quedando a discreción del ejecutivo.

Y de lo que no habla la ley de Educación, de lo que no habla la ley de Financiamiento, es de lo siguiente. Desde que asumió su mandato en el 2003 el ministro Filmus, haciéndose eco de una propuesta del Banco Mundial, viene planteando el canje de deuda externa por educación. No me propongo aquí realizar un análisis de este tipo de políticas, lo que sí diré es que –al igual que el pago que hizo Kirchner al FMI- implica el reconocimiento de una deuda ilegítima e inexistente, a la par de profundizar la privatización de la educación en el país.
Revisando la agenda y movimientos del ministro, podemos afirmar entonces que lo prioritario parece ser el canje. Recién este año, Filmus sale a la carga con su proyecto de nueva ley de educación. Mientras se le daba mucha publicidad y se presentaba este proyecto a “debate público”, el ministro seguia y sigue tejiendo las urdimbres del canje. Mientras la nueva ley sale en tapa de los diarios, el proyecto de canje aparece en pequeños recuadros interiores. Mientras escribo estas líneas, Filmus se encuentra en Paris presidiendo la primera reunión oficial del grupo de trabajo sobre canje de deuda por educación de la UNESCO...

Muchas cosas más tendría para compartir con Uds., pero no es mi deseo abrumarlos. Sólo permitanme arriesgar como hipótesis que la ley federal esta hoy muy deslegitimada, pero aun así el gobierno –atendiendo a intereses particulares más que generales- necesita asegurar su continuidad estructural. Podría decir que por eso la cambian, sin que nada cambie. Pensaría que –por una necesidad de legitimar políticas- derogan esta ley y crean otra que dicen que fue hecha en base a una consulta popular mientras que en verdad los ejes fundamentales de la ley federal siguen gozando de muy buena salud: descentralizacion-recentralizacion, privatización, financiamiento.

Lo que quisiera agregar por último es que son contadas las organizaciones que se pronuncian públicamente contra la política educativa de Filmus-Kirchner. Pocas universidades nacionales, algunos gremios docentes, bastantes más agrupaciones estudiantiles.
Mientras tanto Hugo Yasky, antiguo dirigente máximo de SUTEBA, luego de la CTERA y ahora también de la CTA, convoca a marchar en favor del proyecto de ley de educación oficial al cual interpreta como “logro de la lucha de docentes, padres y alumnos”.
Creo haber mostrado ya que hay varios indicios para sostener que este proyecto que será ley no surge de un debate. Pero no sería criticable por ser oficial solamente, sino porque además de los otros aspectos ya citados, iría avanzando sobre el estatuto del docente. No sé que tendría de diferente a las otras una dirigencia sindical que entregara a sus afiliados a las voracidades del mercado.
Tanto fervor a favor de parte de la oficialidad sindical asusta. Tanto silencio de la sociedad, de nosotros, de ustedes, de vos, de mí, asusta aún todavía más. ¿Hasta cuando? ¿Alguna vez comprenderemos que educación equivale a futuro y por lo tanto nos involucra a todos?

(1) Un archivo más o menos detallado del proceso de construcción de la ley puede ser encontrado en  http://debate-educacion.educ.ar/ley/. Lamentablemente sospecho que faltan allí algunos aportes institucionales, tema que será abordado en otro artículo.

(2) "Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi", esta conocidísima frase simboliza la capacidad de los sicilianos para adaptarse a lo largo de la historia a los distintos pueblos que han gobernado esta isla, pero también la intención de la aristocracia de aceptar la revolución para poder perpetuarse. El "gatopardismo" o lo "lampedusianismo" es en ciencias políticas el "cambiar todo para que nada cambie", paradoja expuesta en la novela "El gatopardo", del escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa entre finales de 1954 y 1957, llevada al cine por Luchino Visconti en 1963. Se suele llamar entonces "gatopardista" o "lampedusiano" al político, reformista o revolucionario que cede o reforma una parte de las estructuras para conservar el todo sin que nada cambie realmente.

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