Autoras/es: Laura Marrone*
En su nota del 22 de octubre en Clarín, Lanata afirma que los docentes estamos en contra de los exámenes, afirmación que deduce de nuestro rechazo al "Operativo Aprender". Esto es un razonamiento falaz que no respeta la lógica formal. Un particular no es un universal. Estar en contra de la evaluación externa estandarizada, mal llamada "Aprender", no es igual a rechazar todo tipo de evaluación. Cualquier familia con hijos en edad escolar sabe que la escuela evalúa constantemente a sus hijos, y para conocimiento de la opinión pública, la docencia es evaluada todos los años por sus cuerpos directivos y éstos por sus supervisores, a partir de su práctica situada, o sea, desde la escuela, durante todo el año. A su vez, los docentes nos autoevaluamos, ya que debemos cambiar, ajustar nuestras propuestas en forma permanente. Evaluar hace al proceso de enseñanza aprendizaje y desconocerlo es ignorancia.
Pero la nota peca de otro error. Lanata confunde un operativo censal, es decir a todos los estudiantes de determinadas franjas etarias, en este caso a 1.400.000 alumnos, con una muestra. Son dos categorías de las ciencias estadísticas diferentes. Lanata debe saber que en nuestro país hace 25 años que se realizan más de seis tipos evaluaciones externas muestrales, por lo que el argumento de que esta prueba, censal, era necesaria para diagnosticar y ajustar políticas es falso. El diagnóstico ya existe. Incluso la docencia puede adelantar su propio diagnóstico.
Por otra parte, Lanata afirma que la docencia hace "guerra preventiva o aplicó la teoría de la acción positiva" como hizo Bush para justificar la invasión a Irak con la excusa de que encontraría armas nucleares cuando hace campaña por el rechazo a estas pruebas con el argumento de que atacan a la escuela pública y conducen a la privatización. Nuevamente, este periodista se equivoca. Nuestro rechazo se basa en evidencias: el resultado de la aplicación de estas políticas en EEUU, México y Chile. Como Lanata se ha vuelto un admirador de esos países, me permito citar a la Vice-Ministra de Educación de Bush en la década del 90, artífice de la aplicación de las primeras evaluaciones censales en EEUU. La elegí porque seguramente Lanata no podrá descalificar sus argumentos ad hominem, o sea por de quien vienen, como le gusta hacerlo cuando hablamos los sindicalistas. Diane Ravith escribió en el año 2010 su libro "Vida y muerte del sistema educativo americano: como las pruebas y los "choice" están minando la educación" (The death and life of the great american school system: how testing and choice are undermining education, Basic, Book, New York". En este libro ella afirma que "la educación y el cálculo se volvieron prioritarios. Los docentes, conscientes de que estas dos materias deciden el futuro de su escuela y por lo tanto de su empleo, descuidan las otras. La historia, la literatura, la geografía, las ciencias, el arte y la educación cívica son relegadas al rango de materias secundarias." En otros párrafos describe cómo los rankings públicos de escuelas, según los resultados, provocaron corrimiento de matrícula acentuando las desigualdades entre las poblaciones escolares lo que agravó la exclusión de los sectores más desfavorecidos. Podemos seguir con ejemplos que derrumban el argumento de que lo nuestro es guerra preventiva. Pero, no gozamos de tanto espacio mediático.
Señalemos otro error de información. Lanata hace una amalgama entre la manipulación de las estadísticas del INDEC, denuncia que hemos sostenido, y la promoción de chicos sin los conocimientos suficientes en los últimos años, como políticas de autoría de los gobiernos del kirchnerismo. Nuevamente se equivoca. La promoción directa, sin mayores exigencias, fue una imposición que derivó de los lineamientos financieros de los organismos internacionales, quienes desde los 90 señalaron, en diversos documentos, que Argentina debía corregir el índice de 10% de repitencia de su matrícula porque era un problema en la eficacia del financiamiento educativo. Los sucesivos gobiernos desde entonces la sostuvieron como presión a los docentes. Más aún, hoy lo hace el Ministerio de Educación de Ciudad que acaba de sacar un documento llamado de "Promoción acompañada" por el cual los niños ni siquiera tendrían actividades de Boletín abierto como ahora en diciembre y febrero, ya que pasarían de grado sin más, con la promesa de recibir apoyo escolar extra, cuestión que sabemos que no se han dispuesto los recursos humanos para garantizarla. No es nuestro propósito hacer aquí un debate pedagógico sobre estos dispositivos ni una defensa de la repitencia, simplemente le hacemos conocer que la autoría de esta política vino de afuera, de los mismos organismos que delinearon el rediseño de los estados en función de las demandas financieras de pago de la deuda externa, igual que las evaluaciones que denunciamos.
La nota en cuestión sostiene que los docentes somos cínicos porque la matrícula pública perdió 20.000 alumnos ya el año pasado. Efectivamente nuestro país camina a ser uno de los de más alto índice de privatización en el mundo. Baste señalar que ya tenemos el 29% de la matrícula privada a nivel nacional, con picos alarmantes como Ciudad de Buenos Aires con 51%, el conurbano bonaerense con 40% e índices negativos en primer grado, lo que marca la tendencia: -11,3% en Santiago del Estero, -14,4% en Chaco, o -13,1% en San Luis durante el 2014. La privatización crece y aún no llegó a su techo. Pero esta privatización es política de estado. Los subsidios de las diferentes jurisdicciones a la educación privada así lo demuestran. Córdoba destina 30% de su presupuesto a la educación privada. Durante el 2016, Ciudad de Buenos Aires invirtió en forma directa para pago de docentes por alumno en las escuelas del estado $35.332, mientras que entregó $14.664 al pago de docentes a las escuelas privadas, una relación del 40%.
Pero no seamos hipócritas. La razón de la fuga de matrícula no es que los docentes de las escuelas públicas enseñemos mal. En no pocas escuelas privadas los docentes hoy no tienen título porque faltan docentes debido a los bajos sueldos y los que tienen más puntaje se van a las escuelas del estado. La razón está en la selección social. La privada garantiza discriminación de la pobreza y la marginalidad. En la década del 60, la pobreza en Argentina era del 3% y ahora es del 47,4% para la niñez y adolescencia hasta los 14 años. Además, una maestra, con el sueldo de una jornada simple, vivía. Hoy el salario inicial de la docencia está por debajo de la línea de pobreza...
El propósito de toda la campaña de Lanata no es otro que sostener la política del gobierno de Macri y de Bullrich en materia de educación. Con este mediático operativo de evaluación, lastimosa pérdida de tiempo y de recursos económicos se pretende: Culpabilizar a la docencia del deterioro de la educación en nuestro país, preparando la pérdida de sus derechos laborales. Preparar el terreno para reinstalar el filtro a la universidad y estudios superiores mediante exámenes de ingreso. Favorecer los subsidios del estado a las escuelas privadas y la privatización de servicios educativos como lucro de empresas privadas en el seno mismo de las escuelas del estado.
La docencia, que rechazó el susodicho operativo, tiene propuestas para mejorar la educación. Es hora de que se nos otorgue el derecho a la palabra.
*Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA), Docente de Nivel Superior, fue Sec. De Asuntos Pedagógicos de Ademys. Integrante del bloque la Legislatura de CABA por el FIT (Izquierda Socialista)
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