Resurrecciones/3
Estuve en Saint-Pierre, en los restos de Saint-Pierre. Ella había sido la ciudad más bella del mar Caribe, hasta que un volcán carbonizó a sus treinta mil habitantes.
Trágica profecía de un mundo al revés: los que estaban a salvo fueron condenados, y el condenado fue el único que se salvó.
Ludger Sylbaris, preso por vagabundo, emergió con vida, muy quemado pero con vida, tres días después de la catástrofe: sólo las gruesas paredes de la cárcel habían podido resistir la tromba ardiente del volcán.
-¡Helo aquí! ¡El verdadero, el auténtico! ¡El que escapó del infierno! ¡Un milagro de Dios! ¡Mírenlo bien, señoras y señores! ¡Y que se cubran los Ojos las personas sensibles!
Sylbaris pasó a ser la gran atracción del circo Barnum en sus andanzas por el mundo. Él tenía más éxito que la mujer barbuda y el niño de dos cabezas. Abría los brazos y giraba lentamente sobre sí mismo, mostrando su cuerpo en llaga viva, y el público se estremecía de horror y de placer.
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