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miércoles, 15 de noviembre de 2017

El cine cristiano: la industria más rentable de Hollywood

Autoras/es: Juan Sanguino* para Vanity Fair
Fotograma de 'La cabaña', uno de los emblemas 
más recientes del cine cristiano, protagonizada 
por Sam Worthington y Octavia Spencer. D. R.
'La cabaña', con Sam Worthington y Octavia Spencer, es uno de los últimos exponentes de un negocio cinematográfico floreciente: las películas religiosas. Así funciona este desconocido mercado.
"Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas."
(Lucas, 16:13)
(Fecha original del artículo: Octubre 2017)


Un hombre que acaba de sufrir una tragedia familiar (Sam Worthington) recibe una misteriosa carta que le invita a una cabaña en medio del bosque. Allí le espera Dios (Octavia Spencer) para conversar sobre la fe, el dolor y la esperanza. Este es el argumento de una película de verdad. Se llama La cabaña, costó 20 millones de dólares (ha recaudado 100) y lleva dos semanas estrenada en España, pero si no te has enterado es porque no eres su público objetivo: el denominado "cine cristiano" lleva una década generando beneficios millonarios sin que nadie le preste atención. Hasta hoy. Sony ha fundado una subdivisión dedicada exclusivamente a producir películas cristianas.
La palabra de Dios y la palabra de Hollywood son tradicionalmente antagonistas. En el siglo XVII la linterna mágica (un juego de luces y sombras, considerado el antecedente del cinematógrafo, que proyectaba imágenes en movimiento en la pared) era empleada en congregaciones religiosas para recrear historias bíblicas. Posteriormente, los misioneros en África utilizaron la linterna mágica para enseñarles a los nativos (mediante lo que esos nativos consideraban magia) las bondades del cristianismo. Solo 15 años después de la invención del cine, en 1910, el reverendo Herbert Jump publicó un tratado con el título de Las posibilidades religiosas de las películas. Pero la propuesta no cuajó y en 1913 la mayoría de estados norteamericanos prohibieron la construcción de cines a menos de 60 metros de las iglesias. Lejos de aliarse, las parroquias consideraron que Hollywood representaba un vellocino de oro que promovía la codicia, la lujuria y, esencialmente, todos los pecados capitales a la vez.
"El cine ha contribuido más a mi vida espiritual que la iglesia"escribió John Updike. "Mis ideas respecto a la fama, el éxito y la belleza se originan en la gran pantalla. Mientras que la religión está retrocediendo en todos los territorios y perdiendo más y más influencia, las películas han llenado ese vacío y los proporcionan mitos e imágenes", dijo. Updike describió así el germen de la rivalidad entre la industria del cine y el cristianismo: Hollywood nos ofreció un nuevo lugar de peregrinación, las reuniones sociales dejaron de congregarse en las iglesias los domingos para hacerlo en los cines los viernes y, lo más pernicioso, las películas proponían un nuevo sistema de valores. El público del siglo XX ya no medía su existencia mediante la religión, sino mediante la cultura pop. Las estrellas de Hollywood eran veneradas como dioses, una práctica politeísta y pagana.
Hollywood y la religión siguieron sin hablarse hasta 2003, cuando apareció un mesías cultural que supo emplear la magia del cine para predicar la religión. Alex Kendrick (pastor de la Iglesia baptista de Sherwood en Albany, Georgia) recolectó 20000 dólares en donaciones y, con ayuda de voluntarios, escribió, dirigió, produjo, protagonizó, editó, compuso la banda sonora y diseñó la fotografía de Flywheel. La película se centraba en uno de los bastiones culturales de la América más chocarrera (el vendedor de coches usados) que se arrepentía de sus trucos estafadores y abrazaba la fe cristiana. Todo le iba mucho mejor a partir de esa conversión. Flywheel vendió medio millón de dvds y permitió la fundación de la productora cristiana Sherwood Pictures, la empresa de cine independiente más exitosa del siglo XXI.
El drama deportivo Desafío a los gigantes (2006) multiplicó por cien su presupuesto de 100.000 dólares. En A prueba de fuego (2008) Kirk Cameron interpretaba a un bombero que atraviesa un divorcio pero salva su matrimonio aferrándose a la fe y sus 33 millones de dólares la coronaron como la película independiente más exitosa de su año (costó medio millón). La fuerza del honor (2011), sobre cuatro policías que encuentran en la religión el mejor sistema de valores para ejercer su profesión, multiplicó por 17 su presupuesto de 2 millones. En 2015 Un lugar donde rezar se convirtió en la película más rentable del año gracias a sus 73 millones de dólares recaudados frente a los 3 millones que costó producirla. Para poner estos éxitos en perspectiva, la película más taquillera de 2017 (La bella y la bestia) ha recuperado poco más del triple de su presupueso.
Al igual que hizo con otros cultos populares como los cómics o el cine de serie B, Hollywood se pasó décadas ignorando (y ridiculizando) el cine cristiano hasta que vio que podía hacer dinero con él. Además de baratas, las películas religiosas resultan automáticamente rentables porque comunidades parroquiales enteras fletan autocares para ir a verlas, asociaciones como "La familia americana" o "Madres preocupadas de América" le otorgan su sello de aprobación, los predicadores las recomiendan desde sus púlpitos y los feligreses hablan sobre ellas durante las reuniones de oración. Según Los Ángeles Timesel 17% de los espectadores estadounidenses eligen qué película ver en base a sus creencias y ese 17% es un público minoritario pero fiel y agradecido: desean sentarse en una sala de cine con la certeza de que sus valores cristianos no serán cuestionados, intoxicados o parodiados, sino reforzados. Saben perfectamente qué película van a ver y por eso han pagado la entrada.

Esta endogamia cultural (no son películas para convencer a espectadores laicos, sino para acurrucar la fe de los ya creyentes) ha hecho que la industria del cine cristiano crezca colosalmente sin que el gran público se entere de este fenómeno. Es como un universo alternativo que se parece a Hollywood, pero en el que nadie dice tacos: protagonizadas por actores que parecía que iban a ser estrellas hace 15 años (Hayden Christiansen, Kate Bosworth, Sean Astin o Jennifer Garner, que arrasó con Los milagros del cielo), las películas cristianas apelan a todos los géneros que triunfan en el cine aconfesional. Para muestra, aquí van algunos ejemplos:

90 MINUTOS EN EL CIELO

Hayden Christiansen visita el cielo durante los 90 minutos en los que es declarado fallecido tras un accidente de tráfico.

GOD'S NOT DEAD

Kevin Sorbo, el Hércules televisivo, interpreta a un profesor universitario de filosofía ateo que obliga a sus alumnos a escribir un ensayo sobre la muerte de Dios, pero verá su ausencia de fe cuestionada por un alumno que se empeña en contradecir su propuesta.

DEJADO ATRÁS

Un blockbuster, el más caro del cine cristiano en su momento, en el que Kirk Cameron es un piloto que en pleno vuelo debe salvar al mundo del Apocalipsis.

LA HIJA DEL PREDICADOR

Comedia romántica en la que Letoya Luckett (una de las Destiny's Child originales) deja atrás su vida rural y cristiana para perseguir su sueño de triunfar como cantante, solo para entender que su felicidad no depende de la fama sino de su fe y de su hogar.

CARTAS A DIOS

Un cartero llamado Brady McDaniels deberá decidir qué hacer con las cartas que un niño de 8 años, Tyler Doherty, escribe para a Dios. Tyler tiene cáncer.

PARA SALVAR UNA VIDA

Una comedia adolescente sobre cómo los chavales consiguen encontrar a Dios a pesar de sus problemas en la escuela, las fiestas y la revolución hormonal que les tienta a mantener relaciones sexuales.

EL CIELO ES REAL

Greg Kinnear es un hombre cínico cuyo hijo de cuatro años despierta de una operación asegurando que ha estado en el cielo y se ha sentado en el regazo de Jesucristo.

DO YOU BELIEVE?

Doce historias cruzadas sobre gente que encuentra la fe en medio del caos de la vida moderna, interpretadas por Sean Astin, Mira Sorvino o Cybill Shepherd.
Todas estas películas han dado beneficios, en algunos casos enormes: God's Not Dead recaudó 63 millones ante un presupuesto de dos y ha generado una secuela, God's Not Dead 2, en la que Melissa Joan Hart (Sabrina, cosas de brujas) interpreta a una maestra cristiana que lleva a su escuela a juicio porque considera que se está expulsando a Dios de las aulas. La industria del cine cristiano, por tanto, funciona como un espejo de la industria de Hollywood. No solo genera sus propias estrellas y secuelas sino que produce remakes (Dejado atrás contó con un reboot, Los olvidados, en el que Nicolas Cage recreaba el personaje de Kirk Cameron) e incluso contraprograma los estrenos más paganos y perniciosos: Old Fashioned cuenta la historia de Amber Hewson, una joven inquieta que se siente sorprendentemente atraída por las ideas nobles y la fe cristiana de Clay Walsh, un tipo que renunció a su vida juerguista para instalarse en una pequeña ciudad del Medio Oeste y dar lecciones sobre la fe y el amor romántico que ya no se lleva. Amber se adentrará en la vida cristiana, totalmente nueva e intrigante para ella, de la mano de Clay. ¿Te suena esta premisa? Así es. Old Fashioned se estrenó el mismo fin de semana que 50 sombras de Grey.
Diversas escuelas de cine están impartiendo cursos para jóvenes cineastas que aspiran a dirigir películas pero sin traicionar su fe, y el fenómeno está virando hacia el cine político: Accidental Activist, sobre un hombre al que su comunidad margina porque ha iniciado una petición de firmas contra el matrimonio homosexual; Sarah's Choice, la historia de una exitosa ejecutiva que se debate entre su carrera y continuar con un embarazo no deseado; y A Matter Of Faith, sobre una estudiante universitaria que cuestiona el temario de su profesor de biología en torno a las teorías de la evolución de la especie. Estas tres películas van más allá del "relato sobre una persona que encuentra en el cristianismo un sistema de valores y una terapia emocional" y se posicionan explícitamente en conflictos políticos. Todas han fracasado en taquilla.
El cine cristiano cada día se parece más al cine laico. Hasta tiene su propio Netflix (ParablesTV, PureFlix) y sus propias campañas viralesGod's Not Dead pedía, mediante un rótulo al final, que los espectadores enviasen mensajes con el título de la película en whatsapps, e-mails y demás redes sociales, y Los milagros del cielo invitaba a la gente a que compartiese en Facebook fotografías con sus seres queridos enfermos de cáncer y el hashtag de la película. Los líderes cristianos, por su parte, están empezando a quejarse de que los departamentos de márketing les bombardeen con e-mails y llamadas buscando su apoyo promocional. Los pastores consideran que Dios proveerá pero Hollywood insiste en que, a veces, incluso a Dios le hace falta un empujoncito.



* Juan Sanguino es periodista especializado en cine

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