Autoras/es: Stefan Biskamp, corresponsal alemán en América Latina, para ANRed.
En estos momentos
miembros de una comunidad del pueblo originario Wichí en la provincia
de Formosa están siendo amenazados por una acción de venganza de las
fuerzas policiales y temen el robo de órganos de un niño herido por balas de la policía. “Nos estamos preparando para una represión” , dice Agustín Santillán, referente Wichí en la región de Ingeniero Juárez en el noroeste de la provincia.
(Fecha original del artículo: Marzo 2014)
“Así pasa siempre”, dice un testigo, “los insultan a los chicos aborígenes, que no hacen nada. Les dicen indios de mierda y cuando los chicos responden los atacan.”
El tiroteo forma parte de la violencia generalizada contra los originarios Wichí y la región de Ingeniero Juárez está en un estado de una guerra no declarada contra la población originaria. Esto se pudo averiguar en los últimos días cuando, desde el jueves 19 de marzo hasta domingo pasado, unos treinta voluntarios de la organización “Enfermeros de Asistencia Humanitaria” (ENASHU) de Buenos Aires estaba en el lugar para brindar atención médica a las comunidades. Esta intervención de enfermeros y médicos se convirtió en una expedición en tierra de nadie y los integrantes fueron testigos de gravísimas violaciones a los derechos humanos. Como “un sistema de apartheid”, lo calificó el líder y fundador de ENASHU, Tano Boggiano. “Oficialmente no hay una guerra civil en Argentina, pero los aborígenes sí sufren las condiciones de una guerra.” Estas palabras cobran relevancia especial tomando en cuenta que Boggiano participó de acciones de ayuda humanitaria en África en los años noventa. El grupo de voluntarios, que este autor acompañó, fue amenazado por la policía y por el gobierno provincial.
Según varios testigos los niños Wichí fueron baleados el viernes pasado a las 20:30hs. Un grupo de unos cinco niños Wichí del Barrio 50 Viviendas de Ingeniero Juárez se había sentado en la vereda de la Plaza Juan D. Perón. Un testigo cuenta que un patrullero que estaba circulando la plaza pasó tres veces delante del grupo de jóvenes apuntándolos con un arma. “Los chicos no hicieron nada. Cuando el patrullero pasó por cuarta vez los policías tiraron”, dice el testigo. “Apenas para el coche un policía sale y tira”, dice otro testigo. “Primero tiraron con balas de goma, después con balas de plomo calibre 38.” (ver fotos) Se encontraron cartuchos de balas de goma cerca de la vereda donde se habían sentado los chicos. Las balas de plomo se encontraron en el interior de la plaza, cerca de una pileta vacía. “Los chicos trataban de escapar hacia el interior, porque allá no hay luz”, dice un testigo. En el borde de la pileta y en su fondo se pudieron encontrar manchas de sangre, prueba de una verdadera cacería de niños. (ver fotos) Según datos consistentes de los testigos, el herido por bala de plomo en la rodilla es un niño Wichí de 11 años y otros dos chicos fueron alcanzados por balas de goma.
Esta agresión no es un hecho aislado. En las noches de Ingeniero Juárez cada quince minutos se escucha las detonaciones de balas y hay represión policial y de infantería a mansalva. Y aún más, otros crímenes se pudieron observar solo en los últimos días: Por ejemplo, varios referentes y caciques Wichí informaron del caso de una joven mujer y su bebé recién nacido del Barrio Palo Santo. Por complicaciones médicas del bebé ambos fueron trasladados al hospital de la Capital de Formosa, unos 500 kilómetros de Ingeniero Juárez. Pero aunque la mujer no tenía problemas de salud diagnosticados fue devuelta a Ingeniero Juárez muerta y sin sus ojos. Ercilia Agüero, cacique de una comunidad del Barrio Viejo en Ingeniero Juárez declara, “y no se sabe, donde está el bebé. Es desaparecido.” Los caciques cuentan que muchas veces pacientes desaparecen cuando están traslados hacia Formosa Capital. El tráfico de órganos es un fenómeno común en la provincia. Es por hechos que se temen ahora por la vida del niño baleado y internado en el hospital de la capital.
Las amenazas por las instituciones del estado llegaron hasta el grupo humanitario de ENASHU. El primer día, la directora médica encontró en la puerta de su habitación un sándwich mohoso con una carta “Bienvenidos al hotel” mientras efectivos de la policía estaban apostados en cada esquina alrededor del hotel. El sábado en la noche pasó la camioneta de la infantería por delante del lugar que los voluntarios tenían como base “con uniformados de infantería disparando balas de goma a la pared de enfrente”, cuenta Boggiano. Asimismo a las siete de la mañana, funcionarios de alto rango del gobierno de la provincia fueron trasladados en helicóptero a Ingeniero Juárez para frenar la intervención humanitaria. “Solicitaron mi presencia como líder del grupo para manifestarme que deberíamos irnos. Me amenazaron directamente con un proceso penal por tráfico de medicamentos.” A Boggiano lo acusaron de no haber comunicado por escrito la visita “a pesar de que 30 días antes en persona me dirigí al Director del Hospital de Juárez para avisar con anticipación”. La comitiva estaba conformada por el Director de Fiscalización del Ministerio de Desarrollo Humano; una Farmacéutica de alto rango del mismo ministerio, un secretario y el mismo Director Médico del Hospital de Ingeniero Juárez. Por la intervención del gobierno provincial se demoró la campaña humanitaria por cinco horas, “ese retraso significa que una gran cantidad de gente quedó sin atención”, dice Boggiano.
Aparentemente, el gobierno del kirchnerista Gildo Insfrán trató de ocultar la precariedad y la pobreza extrema que vive el pueblo originario Wichí: los vientres de los niños están hinchados por el hambre y los parásitos, las mujeres tienen cabellos rubios por la desnutrición, en unas comunidades que fueron atendidos por el grupo ENASHU siete de cada diez personas tienen tuberculosis, y el Mal de Chagas llega a tasas de casi cien por ciento. Las familias viven en taperas con techo de tierra, las casas de material están entregadas sólo en calidad de pago político, los pozos de agua están contaminados, el agua potable está regateada como pago por obediencia. En muchas comunidades del interior de la región el camión trae agua solo una vez por mes y a veces no llega. En la comunidad Pocitos, unos 50 kilómetros de Ingeniero Juárez, que fue atendida por ENASHU el viernes pasado, gran cantidad de niños no tenían ropa. Cuando los enfermeros les ofrecieron caramelos, los niños los agarraron con manos temblorosas y los comieron con el papel sin desenvolverlos, para ellos no eran golosinas sino que se trataba de la primer comida en días.
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