(Desde Santa Fe, Argentina. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
te mecía en mis brazos,
te acariciaba las manos,
te besaba la frente,
las mejillas y los ojos.
Acompañaba tus juegos,
tus amigos y la escuela,
celebraba tus logros,
y comprendía tus yerros.
Compartía tus júbilos,
y consolaba tus penas.
Fugaces los años de tu infancia,
que corrieron hasta aquí,
con la fuerza de la vida.
Deseo mirarte de nuevo
como en esas noches
que no podía dormir
cuidando tu desvelo,
y protegiendo tu sueño.
Son invisibles los lazos
que encadenan,
mi corazón al tuyo,
hijo mío…
desde el primer día,
que abrigado en mis brazos…
el Sol y la Luna,
acunaron tu llanto.
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