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miércoles, 7 de septiembre de 2011

LUCHADORAS, Historias de mujeres que hicieron historia. V. Rojas

Autoras/es: Andrea D’Atri (ed.), Bárbara Funes, Ana López, Jimena Mendoza, Celeste Murillo, Virginia Andrea Peña, Adela Reck , Malena Vidal, Gabriela Vino, Verónica Zaldívar
(Fecha original: Abril 2006)

V: Rojas
Una de fotografías de la Rusia zarista realizadas por Sergei Mikhailovich
Prokudin-Gorskii, el primer fotógrafo ruso en experimentar con la fotografía
a color. El zar Nicolás II le encargó retratar la vida, la sociedad, la naturaleza,
la arquitectura y las tradiciones populares de un Imperio Ruso a punto de sucumbir
La Rusia zarista: un régimen de hambre y terror. Lentamente, las tra­bajadoras se irguieron para conquistar sus derechos, junto a los varones y así, el proletariado en su conjunto, aunque con distintos ritmos, se puso en movimiento. En todos los ascensos obreros y en todos los mitines fabriles contra el zarismo, la mujer obrera fue parte de la acción codo a codo con sus compañeros. Las reivindicaciones de las luchas de los trabajadores entre 1905 y 1907 frecuentemente incluían las necesidades de las proletarias. Casi no existen documentos de huelgas que no mencionen, de alguna manera, demandas para el pago de la licencia por maternidad, tiempo libre para alimentar a los infantes y por la creación de guarderías en las fábricas. No obstante, existían enormes dificultades para organizar a las mujeres, dado que el nivel cultural era muy bajo, mucho más bajo entre ellas que entre los varones.1
Además, las trabajadoras, al igual que hoy, estaban sometidas a la doble jornada laboral: trabajaban por un salario inferior al de los varones en la fábrica y al regresar a sus hogares debían encargarse de las tareas domésticas. Esta situación tuvo como consecuencia un nivel muy bajo de organización entre las obreras en un país donde los sindicatos estaban de por sí poco desarrollados, producto de las duras condiciones que imponía el régimen zarista. Una trabajadora expresaba los sentimientos de las obreras acerca de la participación en grupos de trabajadores: “Bien, deseo expre­sarme por mí misma, pero pienso que hay tanta gente observándome... Si se ríen ¿qué voy a decir? Me paralizo con esos pensamientos, siento terror. Entonces, mantienes la boca cerrada, pero tu corazón arde.”2
Entre 1905 y 1920, las huelgas comenzaban a desarrollar técnicas de organización más sofisticadas, la determinación de no volver al trabajo hasta que sus demandas fueran satisfechas, y la voluntad de colaboración entre las mujeres y los varones para apoyarse mutuamente.3 En la fábrica Grisov en Moscú en 1913 una huelga comenzó porque “la actitud de la administración era intolerable. No existe otra palabra para eso que prostitución”. Entre las demandas una era tratamiento amable para las obreras en particular, con la prohibición de insultarlas.4 Las reivindicaciones de varias fábricas se referían a problemas de las mujeres embarazadas y de las madres: por la licencia por maternidad, contra la explotación de las mujeres encinta, por el medio pago durante la licencia, para que las eximieran de llevar cargas pesadas durante el embarazo, por dos horas diarias para las madres que estaban amamantando y terminar con la política de no contratar mujeres casadas.
La primera vez que se conmemoró el Día Internacional de la Mujer en Rusia fue en 1913. Los actos se realizaron seis días antes, el 2 de marzo5, por temor a la represión policial. El periódico bolchevique Pravda conmemoró el día con un suplemento especial de seis páginas. Los actos tuvieron lugar en cinco ciudades: San Petersburgo, Moscú, Kiev, Samara y Tblisi. En San Petersburgo, cerca de mil personas se reunieron, fuertemente custodiadas por la policía zarista. Una de las oradoras, obrera textil, resumió el espíritu que las reunía: “El movimiento de las trabajadoras es una corriente tributaria del gran río del movimiento proletario y le dará su fuerza.” 6
En 1914 el gobierno rechazó el pedido para realizar reuniones en los cuarteles obreros más grandes de San Petersburgo con el fin de conmemorar el Día Internacional de la Mujer; permitió sólo una, que fue fuertemente vigilada por la policía. Tres de las cinco oradoras fueron arrestadas. Varias manifestantes se ofrecieron como voluntarias para reemplazar los arrestos de las oradoras por sus propias detenciones, pero la policía rechazó el cambio. Furiosas, muchas de las numerosas participantes se lanzaron a las calles, entonando canciones revolucionarias y las fuerzas represivas recién pudieron dispersarlas luego de haber efectuado arrestos masivos.
Entre 1913 y 1914 se profundizaron las diferencias entre los men­cheviques y los bolcheviques.7 Los primeros deseaban que solamente las mujeres participaran en las manifestaciones, mientras los segundos sostenían que el Día Internacional de la Mujer debía ser conmemorado no solamente por las trabajadoras, sino por toda la clase obrera. A principios de enero de 1913 el periódico bolchevique Pravda comenzó a publicar una sección especial titulada “Trabajo y vida de las obreras” que contenía información sobre todos los mitines y reuniones que se realizaron para preparar los actos del Día Internacional de la Mujer y las resoluciones aprobadas. También incluía una página con cartas que enviaban las trabajadoras, que para el invierno de ese año eran tantas que no había forma de poder publicar todas. Por sugerencia de Lenin, el secretariado del Comité Central del Partido Bolchevique, decidió publicar un periódico dedicado especialmente a las mujeres de la clase obrera. Su nombre era “Rabotnitsa” (La obrera). Para financiar el primer número, las miembros rusas del consejo editorial tomaron trabajos de costura. Al mismo tiempo, invitaron a las lectoras del Pravda a colaborar con fondos para poder editar la nueva publicación. Muchas mu­jeres respondieron al pedido con entusiasmo. Una nota típica, firmada por un grupo de treinta mujeres, decía: “afectuosos saludos a nuestro periódico Rabotnitsa. Estamos seguras que será un verdadero vocero de nuestras necesidades e intereses y comprometemos nuestro constante apoyo y cola­boración material. Estamos contribuyendo con 2 rublos y 74 kopeks para el fondo del periódico.” Krupskaia8 propuso un sumario de contenidos, que incluía política sobre la cuestión de la mujer, política general y luchas obreras destacando la participación de las mujeres, la protección de las condiciones de trabajo para las obreras, las luchas de las trabajadoras en otros países y temas relacionados con la familia y la mujer proletaria. Pocos días antes de que el primer número viera la luz, todas las miembros del consejo editorial ruso fueron arrestadas, excepto Anna Ulianova-Elizarova, y la mayoría de los artículos fueron confiscados por la policía. Sin embargo, Anna no se rendía fácilmente y por fin pudo conseguir una imprenta que aceptara realizar el trabajo. Como había sido planeado, doce mil ejemplares del periódico estaban impresos para el Día Internacional de la Mujer. El artículo central, escrito por Krupskaia, explicaba agudamente las diferencias entre las bolcheviques y las feministas burguesas. Se publicaron siete números de Rabotnitsa en­tre el 23 de febrero y el 26 de junio de 1914, cuando surgieron obstáculos insalvables impuestos por el inicio de la Primera Guerra Mundial. De los siete números, dos fueron confiscados por la policía.
La guerra profundizó las diferencias entre las socialistas y las feministas burguesas en Rusia. La Unión de Mujeres por la Igualdad de Derechos, en agosto de 1915, convocó a una movilización de mujeres de las “hijas de Rusia”, en la misma sintonía que Christabel Pankhurst en Inglaterra –una campaña para comprometer a todas las mujeres rusas en algún tipo de trabajo relacionado con la guerra. “Esta es nuestra obligación hacia la madre patria, y reclamamos el derecho a participar en igualdad de condiciones con los hombres en la nueva vida de la Rusia victoriosa.” 9 Para las obreras rusas, sin embargo, la guerra significó una carga adicional sobre sus hombros ya agobiados. Al mismo tiempo, los cambios en el empleo durante la guerra incrementaron sus penurias económicas. El número de mujeres empleadas en la industria aumentó enormemente. Mientras las mujeres constituían un tercio de la fuerza laboral al principio de la guerra, eran la mitad para 1917.
Al principio la guerra produjo caos en las filas obreras. Los primeros nueve meses fueron la calma que precede a la tormenta en los establecimien­tos fabriles y fueron las mujeres quienes rompieron el silencio, iniciando los motines del pan. En Petrogrado el 6 de abril de 1915, cuando la venta de carne fue suspendida por un día, las mujeres arremetieron contra un gran mercado de comestibles; la escena se repitió en Moscú. Sucesos similares se desarrollaron al año siguiente. La consigna “Paz, pan y tierra” se iba gestando con cada revuelta de las enardecidas obreras rusas, hartas de la miseria en la que vivían. En enero de 1917 un reporte de la policía notaba que “las madres de familia, agotadas por las colas interminables de los comercios, atormentadas por el aspecto hambriento y enfermo de los niños, están más abiertas ahora a la revolución, que el señor Miliukov, Rodichev y compañía, y por supuesto, son más peligrosas porque ellas representan la chispa que puede encender la llama”.10 Fue así que las trabajadoras de Petrogrado dieron inicio a la revolución de 1917.
Pero no era sencillo remontar el atraso de siglos. La equiparación de salarios entre varones y mujeres que desempeñaran las mismas tareas tuvo resistencias. El primer salario mínimo acordado entre una sociedad de em­presarios y el Soviet de Obreros y Soldados estableció dos salarios mínimos: uno para los hombres, quienes recibirían cinco rublos por día, y otro para las mujeres, quienes recibirían cuatro. Luego de la Revolución de Octubre de 1917 el salario igual para hombres y mujeres fue establecido por ley. Otro punto que ponía de manifiesto la desigualdad era la mínima representación de las mujeres en los soviets. Una y otra vez aún en las más democráticas elecciones, las trabajadoras votaban varones para representarlas.11 Los bol­cheviques combatieron este aspecto del atraso político y cultural impulsando activamente la participación de las mujeres en los consejos obreros.12
Bajo el aire fresco del primer estado obrero triunfante de la historia, la organización de las trabajadoras cobró nuevas dimensiones. Cuando la clase obrera tomó el poder en octubre de 1917 bajo la dirección de los bolcheviques, el proletariado demostró ser la clase social que más conquis­tas consiguió en el camino de la emancipación femenina: voto universal, derecho al divorcio, derecho al aborto, guarderías, igualdad de salarios. Las mujeres accedieron a derechos sociales, políticos y económicos que les eran negados en los más avanzados países capitalistas. El poderío de la clase obrera se puso de manifiesto al iniciar la creación de las bases materiales para la resolución de los sectores más postergados de Rusia: las obreras, las campesinas y la juventud. Pero ¿sería posible sostener esas conquistas para el abnegado proletariado ruso si no se extendía la revolución a otros países? Si apenas lograban alimentar malamente a las masas soviéticas ¿cómo generar los cambios sociales y culturales necesarios para la completa emancipación de las mujeres?
Fue en esas condiciones históricas que Natalia Sedova, una mujer de fuertes convicciones, vivió y amó con la revolución. En el primer artículo bosquejamos la vida de esta gran revolucionaria. En esos años maravillosos y terribles, cuando las convicciones eran puestas a prueba a diario, la rebeldía obrera puesta en movimiento elevó sus semillas en el viento, que germinaron a lo largo del mundo. El año 1917 instauró la idea de la revolución en muchos corazones. Después, en 1925, la joven clase obrera china se lanzaría al com­bate: fue una de las batallas más heroicas y más sangrientas del proletariado mundial. Pen Pi Lan fue una de las bravas militantes revolucionarias que pusieron sus vidas al servicio del más noble objetivo: la emancipación del proletariado. En estas páginas intentamos reconstruir el devenir de sus días de pequeños triunfos y grandes derrotas. Las imágenes de la clase obrera tomando el poder en 1917 también encendieron el fuego revolucionario en las costas del Río de la Plata. Mika Etchebéhère, una joven argentina, cruzó el Atlántico en busca de la acción proletaria más decidida. De Alemania pasó a Francia y luego, en 1931, a España en busca de la revolución. Ella combatió en las milicias del POUM13, donde llegó a ser capitana. Hemos dedicado un capítulo a hilvanar elementos de su historia. Las nuevas gene­raciones no hemos tenido la posibilidad de vivir procesos revolucionarios, pero a través de los ecos esbozados en estas páginas, podremos asomar la mirada sobre las vidas de estas mujeres terribles que danzaron al ritmo de la revolución.



1 De cada cien personas, sólo tres o cuatro sabían leer y únicamente una joven de cada trescientas tenía acceso a la educación media.

2 The Russian Factory Woman 1890–1914, de R. L. Glickman.

3 En octubre de 1910, la administración de la fábrica textil Teikov incrementó la jornada de trabajo entre las mujeres. Bajo esas condiciones, el trabajo se volvió más y más pesado, con lo cual se incrementaron los accidentes laborales, resultando en la muerte de dos obreras. Además, las trabajadoras eran maltratadas por los administradores y los capataces. Las mujeres se declararon en huelga y fueron apoyadas por los tejedores, hilanderos y por los cinco mil trabajadores de la fábrica. En el verano de 1913, dos mil trabajadoras y trabajadores de la textil Palia, la mayoría mujeres, fueron a la huelga por casi cincuenta días, reclamando aumento de salario, el pago de la licencia por maternidad, el uso de los baños de los dueños de la fábrica y facilidades para la lavandería. A fines de 1913, cinco mil quinientas trabajadoras y trabajadores, mayoría mujeres, pararon la fábrica de caucho Riga. Los disturbios en la textil Khludovsky se reanudaron con la huelga de cinco mil obreros cuando tres trabajadoras fueron despedidas acusadas de incitar a la huelga. Otra huelga de tres mil trabajadores tuvo lugar en fábricas de perfumes y de pastas, donde las mujeres constituían las dos terceras partes de los empleados.

4 La causa de la huelga de 1911 de cinco mil obreros y obreras en la fábrica Khludovsky en Yartsev fue el maltrato hacia las trabajadoras por parte de uno de los capataces, cuyas ofensas fueron documentadas varias veces por el inspector de la fábrica. Los huelguistas reclamaban además el despido de ese capataz. En una fábrica de madera terciada en Riga, las obreras trabajaban con pegamento preparado con sangre, cuajada, cemento y cal. El pegamento tenía un olor insoportable y carcomía sus manos. Pero una segunda razón para el descontento de las trabajadoras era que muchos capataces “no tenían vergüenza de dirigir las palabras más obscenas a las mujeres”.

5 17 de febrero en el calendario ruso.

6 Zhenshchiny v revoliutsii, de A.V. Artiukhina y otros.

7 Ver Rosa Luxemburgo en este mismo libro.8 Nadezhda K. Krupskaia (1869-1939). Una de las primeras dirigentes del Partido Bol­chevique y compañera de Lenin. En 1926, estuvo un tiempo con la Oposición Unificada pero rompió y la criticó antes de que se expulsara a los dirigentes.

9 The Women’s Liberation Movement in Russia: Feminism, Nihilism and Bolshevism 1860-1930, de R. Stites.

10 Reshenie zhenskogo, de Bilshai.

11 En Moscú, donde las mujeres eran el 50 % del proletariado, de cuatro mil setecientos cincuenta y tres delegados al soviet en marzo de 1917 sólo doscientas cincuenta y nueve eran mujeres. En Grozny, cuatro de ciento setenta delegados eran mujeres; en Odessa, alrededor de cuarenta en un total de novecientos, en Iaroslav cinco de ochenta y siete.

12 En su discurso “A las obreras”, de 1920, Lenin sostiene “Las obreras tienen que tomar una parte más activa en las elecciones. El poder de los soviets es el único que abolió por primera vez las viejas leyes burguesas, las leyes infames que consagraban la inferioridad legal de la mujer y los privilegios del hombre, en especial en el matrimonio y en sus relaciones con los hijos. El poder de los soviets es el único en el mundo que abolió por primera vez, como poder de los trabajadores que es, todos los privilegios que, ligados a la propiedad, se mantenían en provecho del hombre, en el derecho familiar, aún en las repúblicas burguesas más democráticas”.

13 Partido Obrero de Unificación Marxista.
 

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