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sábado, 2 de julio de 2011

Derecho y coerción moral en el mundo de los ingenios. Cuarta y última Parte

Autoras/es: Lygia Sigaud • (Traducción de: María Victoria Pita y María José Sarrabayrouse Oliveira)
(Fecha original del artículo: 1996)
El desencantamiento del derecho
A lo largo de este texto procuré examinar los comportamientos relativos al reclamo de derechos, a partir del análisis de una situación, diría yo, privilegiada para hacerlo. En la Zona de la Mata de Pernambuco, gracias al empeño de dirigentes sindicales, que competían entre sí en torno a la capacidad de cada uno de movilizar más afiliados para la regulación jurídica de conflictos, los trabajadores se familiarizaron rápidamente con sus derechos y tuvieron sumamente facilitado su acceso a la Justicia del Trabajo. El hecho de que muchos trabajadores no se dispusiesen ir a la Justicia para reclamar la violación de los derechos, representaba un problema para el cual las interpretaciones más recientes sobre la relación de los individuos con las normas jurídicas no ofrecen elementos de respuesta.

Así, ¿cómo explicar que determinados individuos no fuesen a la Justicia, si todo parecía tan favorable para que lo hiciesen? Ahora, si todo indicaba que había otros principios de explicación para el no reclamo de los derechos, ¿qué me autorizaría a suponer que no los hubiese también para el reclamo, aparentemente tan evidente? Fue a partir de este punto de vista que intenté comprender los dos tipos de comportamiento y que seguí caminos habitualmente desatendidos por los estudiosos de los modos de regulación social desde el derecho. Estos caminos implicaban movilizar conceptos de la antropología y de la sociología con vista a integrar en el análisis las redes de relaciones sociales, los intercambios y las dependencias recíprocas, las obligaciones morales y los intereses, y romper con una visión comprometida con los interesados en el orden jurídico, como lo son los juristas, los que detentan el poder político, los periodistas, los militantes y los cientistas sociales que se dejan contaminar por sus puntos de vista.

A través del estudio de dos casos opuestos observados en el municipio de Flor de María, que reunía en un cierto sentido propiedades sociales casi ideales para realizar la investigación, como una especie de laboratorio social, fue posible mostrar de qué manera el reclamo de derechos permanece opaco mientras no se lo examina a partir de las relaciones entre los individuos; de qué manera este reclamo está inscripto en una compleja relación de intercambio que constriñe a los individuos a querer ir a la Justicia o no hacerlo. Gracias a las elecciones metodológicas adoptadas para orientar el análisis, el derecho, sus normas y sus instituciones pudieron ser “desencantados” como principios de explicación: los individuos no reclaman o dejan de reclamar los derechos porque los conocen o ignoran, porque estos fueron o dejaron de ser violados, porque la Justicia es accesible o deja de serlo. Todos esos factores pueden o no favorecer el reclamo de derechos, pero esto es incomprensible si se ignora que el reclamo de los mismos está subordinado a otras normas que rigen la vida social, a las coerciones morales que se precipitan sobre todos aquellos individuos envueltos en relaciones de intercambio y a los intereses que les están asociados.

Como es propio de las relaciones de intercambio, los individuos que participan de ellas creen que lo hacen con plena libertad, ya lo señalaba Mauss (1991:268), haciendo como si pudiesen dejar de cumplir con las obligaciones de dar, recibir y devolver. La connotación moral de la cual está investido el reclamo de derechos es lo que permite a los individuos ocultar de sí mismos todo lo que sus comportamientos deben a la coerción moral. El coraje, en tanto fuerza moral individual que justifica los procesos, oculta las obligaciones morales de los trabajadores de Primavera de retribuir las prestaciones recibidas de los dirigentes sindicales; la vergüenza, en tanto sentimiento honrado por quien no desea herir a aquél que lo ama, oculta las obligaciones de los trabajadores de retribuir las prestaciones recibidas por patrones del estilo de viejo Barbosa y de Rodrigo. Virtudes y sentimientos asociados la reclamo de los derechos por trabajadores, patrones, dirigentes sindicales y miembros de la jerarquía administrativa ocultan, finalmente, los intereses que -en tanto socios de diferentes circuitos de intercambio- tienen para asegurar la continuidad de sus relaciones.

En la zona cañera de Pernambuco el reclamo de los derechos tiende a rendir más dividendos simbólicos que el no hacerlo. Así, los que van a la Justicia se enorgullecen más de su coraje que los otros de su gratitud. Tal hecho no puede se disociado de toda la legitimidad de los derechos en aquella región de Brasil, el cual por su parte se debe menos a un supuesto mana del derecho que a las condiciones sociales que contribuyeron para que el respeto a los derechos se tornase objeto de altas embestidas sindicales, que la excelencia sindical pasase a medirse por el hecho de llevar los afiliados a la Justicia. Estas embestidas, habiendo ocurrido en un contexto en que los patrones dejaban de cumplir normas tradicionales, no podían sino proporcionar una cierta sacralización de los derechos a los ojos de los trabajadores.

El reclamo continuado de los derechos laborales produjo efectos importantes sobre la regulación de las relaciones sociales en las plantaciones cañeras. Gracias a los procesos judiciales, los patrones pasaron progresivamente a orientar sus conductas tomando en cuenta las normas impuestas por el derecho. Inclusive donde no hay procesos, como en Aurora, la posibilidad siempre existente de poder ser encaminados a la Justicia constriñe a los patrones a ajustarse, aunque sólo sea parcialmente, a las normas. Poner en evidencia esas implicaciones del reclamo de los derechos permite llamar la atención sobre el hecho de que del desencantamiento del derecho en cuanto principio de explicación no se deduce la minimización en boga del significado de las normas jurídicas de protección a quienes venden su fuerza de trabajo. Para los trabajadores, la existencia de los derechos laborales es una garantía contra la arbitrariedad de los que, gracias a la protección jurídica del derecho de propiedad, detentan el poder sobre ellos. Aunque no los reclamen, porque no les conviene o porque se sienten moralmente constreñidos a no hacerlo, ellos saben que en cualquier momento pueden valerse del arma de la Justicia. La posibilidad de continuar contando con ella se encuentra actualmente amenazada por la “flexibilización” de las normas que rigen las relaciones de trabajo, ese eufemismo teorizado por los economistas en nombre de los intereses imperativos del “mercado” y de la “nación”. Se trata aquí de abstracciones que producen un efecto de ocultamiento en relación a lo que estaría en juego en términos de hacer pender la correlación de fuerzas para el lado de los que históricamente han detentado la fuerza para imponer su poder; semejante al efecto de ocultamiento producido por las invocaciones de coraje, de miedo, de gratitud y de honra entre trabajadores, dirigentes sindicales y patrones de la zona cañera de Pernambuco, resguardados, last but not least, los diferenciales de poder de los economistas, especie de profetas de este final de siglo.



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Notas
• Nota: Este texto se basa en una investigación en curso sobre la regulación jurídica de conflictos en la zona cañera de Pernambuco, que cuenta con el apoyo de la FINEP y del CNPq. El trabajo de campo fue realizado en los años 1994 y 1995. Una primera versión de los problemas a ser tratados aquí está siendo publicada en la revista Genèses, bajo el título “Le courage, la peur et la honre. Morale et économie dans les plantations sucrières”. Para el presente artículo procuré ampliar el marco de análisis y explorar sus implicaciones en el campo de los estudios socioantropológicos sobre el derecho. Los nombres propios fueron alterados para evitar la identificación de los informantes.
1. N. de los T.: La estructura judicial creada para la tramitación de los procesos laborales en el Brasil está compuesta por tres instancias. Las juntas de conciliación y juzgamiento constituyen la primera instancia, cuya función es juzgar asuntos individuales; tienen jurisdicción sobre uno o más municipios. Los tribunales regionales del trabajo, son la segunda instancia, juzgan recursos interpuestos por las partes ante las decisiones de las Juntas, además de tener competencia en las causas propias de la segunda instancia, como los conflictos colectivos de categorías organizadas regionalmente y de alcance regional (sobre uno o más estados). La tercera instancia es el Tribunal Superior del Trabajo, cuya competencia es juzgar recursos ante él interpuestos (de revista, ordinarios, o contra decisiones de los Tribunales Regionales del Trabajo), así como conflictos colectivos de categorías organizadas a nivel nacional. Su sede está en Brasilia (distrito federal) y actúa sobre todo el territorio nacional.
2. El Sindicato de Trabajadores Rurales de Flor de María -dirigido por tres trabajadores rurales, actualmente apartados de la producción, que ocupan las funciones de presidente, secretario y tesorero-, se distingue dentro del conjunto de los 44 sindicatos (organizados por municipios) de la zona cañera por ser uno de los dos que encaminan un elevado número de causas en la Justicia laboral. Un censo de las demandas laborales juzgadas entre los años 1978 y 1984 en 23 municipios de la zona revelaba que este Sindicato ocupaba la tercera posición en el ranking del número de procesos. El Sindicato cuenta con dos abogados, un empleado encargado de ayudar a los abogados a preparar las presentaciones y otro (un ex - trabajador) encargado de acompañar a los trabajadores a las audiencias. Para una descripción de los emprendimientos de este Sindicato en la regulación jurídica de los conflictos, cfr. Sigaud, 1994.
3. Los patrones de Flor de María constituyen la elite regional: parte de ellos desciende de familias establecidas en la región hace más de cien años, pero hay también quienes llegaron a la posición de patrones gracias a un proceso de ascenso social. Los trabajadores descienden de familias que, de generación en generación, vienen prestando servicios a los patrones de la caña de azúcar. Ellos trabajan en la agricultura de la caña y también cultivan productos para su subsistencia en tierras cedidas por los patrones, algunos de ellos también crían animales.
4. Ingenio es el término nativo para designar las unidades de producción donde se realiza el cultivo de caña de azúcar.
5. Arrendatario es el término nativo utilizado para designar a los que explotan las tierras mediante contrato de arrendamiento con sus propietarios.
6. Entre los textos pertinentes de Weber, cfr. Weber, 1964: 251-272; 1965: 350-356.
7. La palabra mana es empleada aquí en el sentido de poder mágico, cualidad mágica, a partir del análisis de Mauss y Hubert sobre hechos de la Melanesia (1991: 101-115). Creer en el poder de las normas jurídicas no se distingue de la creencia en el poder de las cosas. 7 8
8. La dificultad de los cientistas sociales en asumir en sus análisis una posición de distanciamiento ante los problemas de las sociedades en las que viven son reales y provienen de su participación en los conflictos de su tiempo, como lo destacaba Elías (1993: 23-30). El efecto de la ausencia de distanciamiento se expresa en los temas que se escogen para estudiar –los temas “calientes”- y en las preguntas formuladas, que muchas veces no son más que preguntas del sentido común. Reconocer la existencia de tales dificultades es condición necesaria para poder, de alguna forma, controlarlas. Pero es preciso ir más allá e ejercer todo el tiempo una vigilancia redoblada sobre los problemas de estudio que se están construyendo y sobre los hechos que se están tomando para analizar.
9. Iniciar acciones (N. de los T: en el original botar questão) es el término nativo tradicionalmente utilizado para designar el hecho de hacer un reclamo laboral. En Flor de María intercambiaban el iniciar acciones con el presentar una demanda (N. de los T: en el original bater processo), sobretodo en los contextos en que se trata de describir lo que están haciendo en el Sindicato. Así, se dice iniciar acciones en términos genéricos y presentar una demanda cuando el trabajador llega a la sede del sindicato para encaminar su demanda: “vine a presentar una demanda”.
10. N. de los T.: La Usina pertenece, generalmente, a grandes familias propietarias que son parte de las élites y tienen importantes lazos con el gobierno federal. En las Usinas se produce azúcar (parte de ella es producto del % de caña que reciben de los ingenios). Los ingenios, desde principios del siglo XX dejan de ser productores de azúcar (producción en la que competían con los mismos usineros) y sólo producen caña. Lygia Sigaud, comunicación personal en el marco del seminario de Doctorado “Antropología de las relaciones de intercambio”, dictado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, octubre de 2004.
11. La primera vez que oí hablar de una “lista negra” fue en el Sindicato de Flor de María. Al principio desconfié de la veracidad de tal lista, tal vez porque me evocaba otras listas siniestras elaboradas para eliminar físicamente a las personas. Fue en la oficina de la Usina San Antonio que obtuve la confirmación de la existencia de tal lista, que estaba siendo elaborada no sólo en esa usina, sino también en las otras de la zona, por lo que parece a partir de un acuerdo entre los responsables de las usinas. Y el término utilizado era “lista negra”. Se trataba, al decir de los altos empleados de las dos usinas de “extirpar el mal desde la raíz”, castigando a las familias y a los parientes de los que iban a la Justicia. Y el argumento invocado para hacerlo era el perjuicio que las usinas estaban teniendo con el elevado número de causas, una medida para reducir costos en una coyuntura de crisis. Lo que estaba en juego era la exclusión social, el tornar inviable la posibilidad de que los trabajadores se re-emplearan legalmente en la agroindustria cañera.
12. La creación de la JCJ de Herval a fines de la década de 1980 está íntimamente ligada a la demanda creciente de los trabajadores rurales del sudeste del estado de Pernambuco. Al respecto puede verse Miranda (1991), quien realizó un estudio sobre esta Junta, el cual ciertamente constituye la única etnografía realizada en Brasil de una unidad de primera instancia de la Justicia Laboral.
13. Sobre la movilizaciones de los trabajadores de la zona cañera de Pernambuco a partir de la década del ’80, cfr. Sigaud, 1980 y 1986.
14. N. de los T.: fiscal en el original. Se ha optado por traducir supervisor, entendiendo que éste realiza tareas de control, supervisión y fiscalización del trabajo. Se ha descartado la opción de traducir como fiscal en tanto este término en español implica tareas de fiscalización vinculadas al campo judicial en general y a la administración de justicia en particular.
15. En otro trabajo (Sigaud, 1994) procuré, a partir del estudio de las peticiones iniciales, reconstruir el contexto en el cual estallan los conflictos. Busco entonces mostrar que los conflictos se originan en la ruptura de las reglas que rigen el contrato de trabajo, las cuales constituyen una especie de combinación entre las reglas previstas en la legislación y otras que son el producto de estado y de las relaciones sociales en el interior del ingenio. Así, un conflicto tiene lugar porque una norma del derecho laboral que veía siendo respetada deja de serlo, o porque los empleados o el patrón violaron reglas consensuadas concernientes por ejemplo a la autonomía del trabajador en relación a la administración de la fuerza de trabajo familiar.
16. Los empleados situados en los niveles inferiores de la jerarquía administrativa son en general ex – trabajadores rurales que ascendieron a la posición de empleados gracias al hecho de saber leer y escribir y ser personas de confianza de los niveles superiores. Sobre lo que estaría en juego en la tendencia de los trabajadores a responsabilizar a los empleados por los problemas en los ingenios, cfr. Sigaud, 1978.
17. Sobre las condiciones sociales que contribuyeron históricamente para que los dirigentes sindicales se involucrasen en la regulación jurídica de los conflictos y que tal compromiso se tornase como un signo de excelencia sindical, cfr. Sigaud, 1994.
18. Los datos de la JCJ de Herval revelan que la mayoría de las acciones son conciliadas durante las audiencias, lo que indica que los patrones no están en condiciones de responder a las acusaciones de violación de la legislación laboral.
19. A través de los relatos de los trabajadores es posible percibir que ellos se sienten fortalecidos con las victorias en la Junta y que se complacen en utilizarlas en sus interacciones con los empleados, como si la victoria hiciera, al menos temporariamente, inclinar la correlación de fuerzas hacia su lado.
20. El presupuesto del sindicato está conformado por la contribución sindical, las contribuciones de los afiliados (descontadas directamente de los recibos) y los honorarios percibidos por las causas laborales. Cuando pierden la causa, los patrones pagan al sindicato un porcentaje del monto debido al trabajador: 10% en caso de audiencia (conciliación) y 15% en caso de juicio (sentencia del juez). Cerca del 50% es utilizado para pagar al abogado, y el resto es incorporado al presupuesto. Nunca conseguí verificar la proporción exacta del peso de los honorarios sobre el presupuesto, pero estimo que está en el orden del 30%.
21. Las implicancias que serán descritas aquí tienden a pasar desapercibidas por los estudiosos del sindicalismo en Brasil, quienes muchas veces se dejan seducir por lo más evidente en la intervención de los dirigentes sindicales como por ejemplo el desempeño del deber estatutario de “defensa de los derechos de los afiliados”.
22. Estos ingenios son Ilhas y Córrego de San Carlos, San Pablo y Timbira de Monge y Mercados de San Antonio. El alto índice de procesos en esos ingenios sólo confirma los argumentos que estoy desarrollando aquí.
23. Como señala Max Weber (1964: 251-272), el interés de las dos partes en recrear las relaciones de intercambio es la principal garantía del futuro de esas relaciones, más que cualquier tipo de garantía jurídica. Aquí, este interés se expresa a través de pequeños gestos, servicios y regalos. Son actos que “hablan”. Sobre lo que quiere decir el hacer, ver los análisis de Edmund Leach (1996) sobre el lenguaje de los rituales. En lo que hace al significado de los pequeños gestos en las relaciones e intercambio, cfr. los análisis de Florence Weber (1989).
24 Los rozados son áreas de tierra cedidas para el cultivo de subsistencia. En general los rozados están localizados ya en el interior de los corrales (capoeiras), ya en áreas en reposo (tierras de labranza en descanso) que luego son empleadas en el cultivo de caña. Los rozados son móviles: los trabajadores muchas veces deben entregar la tierra que están cultivando y trasladarse a otra. Las quintas están localizadas en torno a la casa, tienen árboles frutales y son permanentes en comparación a los rozados. La posibilidad de cultivar para la propia subsistencia es altamente valorada por los trabajadores y, en la jerarquía de las áreas cedidas por los patrones, la quinta se configura como la de mayor prestigio. Sobre el significado de las quintas en las relaciones sociales de las grandes plantaciones cfr. Palmeira (1976).
25. El delegado sindical de Primavera tenía, en 1994, 40 años. Estaba casado y aún no tenía hijos, lo que nos es común entre los trabajadores. Protestante, desempeñaba su papel de mediador como si se tratara de una misión religiosa.
26. Presidente del Sindicato desde 1972, P.J. goza de un gran prestigio entre los trabajadores de Flor de María y los demás dirigentes del Estado de Pernambuco. En 1995 tenía 58 años. En las elecciones de 1996 fue electo intendente del municipio.
27. A lo largo de los años que llevo investigando en la zona cañera de Pernambuco, siempre me llamó la atención la “dureza” de los dirigentes sindicales para con los trabajadores que se negaban a ir a la Justicia o que desistían de seguir con el proceso después de que la causa fuera tratada en la Junta. Tenía dificultad de entenderla, probablemente a partir de una posición “comprometida” que me llevada a suponer que, a fin de cuentas, el dirigente estaba allí para prestar servicios a los afiliados, como si esos servicios pudiesen ser disociados del marco más amplio de las relaciones sociales que los vinculan. Fue sólo a partir del momento en que comprendí cuánto de esa “dureza” tenía que ver con un cortocircuito en los intercambios que conseguí restituir su sentido.
28. La interdependencia destacada por Elías (1985; 1991ª y b; 1993) como propia de las relaciones sociales permite examinar las relaciones de intercambio como relaciones de dependencia recíproca y recuperar todo aquello que ellas deben a las coerciones y a los intereses de los individuos, lo cual ya había sido señalado por Malinowski (1961 y 1935) y Mauss (1991). Tales dimensiones han sido descuidadas (negligenciadas) por los antropólogos del mundo anglosajón, que a partir de Lévi-Strauss han preferido tratarlas como la realización mecánica del principio de reciprocidad, sobretodo Sahlins (1974).
29. Aurora es uno de los 26 ingenios de Flor de María explotados por grandes propietarios y arrendatarios.
30. N. de los T.: La “Casa Grande” era el lugar donde vivía el dueño de las tierras y su familia, la casa del terrateniente.
31. San Antonio acusaba a Rodrigo de estar desviando la caña a otras usinas en vez de vendérsela a ellos conforme los términos del contrato. Rodrigo consiguió defenderse de esta acusación, pero en medio de la crisis no había aún recuperado el dinero que la usina le debía por la confiscación del producto.
32. N. de los T.: Se llama rozado al sitio plantado en medio de un matorral.
33. N de los T.: vaqueiro en el original.
34. Al respecto de estas transformaciones cfr. Furtado (1964) y Correa de Andrade (1964).
35. Existe una vasta bibliografía sobre la eclosión del movimiento social en la zona cañera de Pernambuco. Entre varios títulos destaco el trabajo pionero de Camargo (1973).
36. La conducta generosa era parte de las reglas de la tradición. Ver al respecto Palmeira, 1976. Sobre la generosidad como un indicador de prestigio, cfr. Sigaud (1993). Un valioso material puede ser encontrado en las memorias de patrones de las grandes plantaciones como Bello (1985), Oliveira (1988) y Nabuco (1995) y también en obras laudatorias publicadas sobre “usineros” (dueños de las usinas), como Catende (1941)  
37. Es posible pensar la posición de Barbosa como la de un outsider, con todo lo que ello implica, en los términos del análisis hecho por Elías (Elias y Scotson, 1994).
38. En un trabajo anterior pude observar esa desconfianza de los trabajadores (Sigaud, 1979), a la cual también se refieren algunos patrones como Bello (1985).
39. Sobre el contexto sociopolítico de la aprobación del ETR, cfr. Camargo (1981) y Prado Jr. (1979)  
40. Sobre las huelgas de ese período, cfr. Callado, 1964.
41. La violencia contra los militantes de las luchas en la zona cañera de Pernambuco en 1964 es una historia a ser reconstruida y analizada. En el marco de la investigación en curso tuve la oportunidad de obtener algunos relatos que indican que se sabe muy poco sobre lo que ocurrió en los ingenios en el período que sigue al golpe militar. Habría todo un trabajo a ser realizado a partir de los relatos de los que asistieron a los acontecimientos y de los archivos militares.
42. Barbosa depende de la cooperación de los trabajadores inclusive para crear una atmósfera de “exotismo” en su posada: son los hijos e hijas de los trabajadores los que hacen exhibiciones de danza (lambada) para los turistas. Reciben entrenamiento en la escuela del ingenio y vestimentas apropiadas, siendo esas actividades supervisadas por la mujer del patrón.
43. El caso de Barbosa y Rodrigo parece ajustarse a lo que fue formulado por Pierre Bourdieu (1980) respecto de la dominación personal en Argelia, sobre todo en lo que se refiere a la bondad como una forma de compensación ante la ausencia de otros capitales. Es posible, no obstante, a partir del caso aquí analizado, avanzar en la reflexión mostrando las coerciones del ejercicio de la dominación personal que continúan abatiendo a los individuos en un contexto en el cual ese modo dejó de ser hegemónico.
44. La deuda moral de los trabajadores de las grandes plantaciones cañeras ya fue objeto de análisis de otros investigadores, como Palmeira (1976 y s/d), Heredia (1989), Garcia Jr. (1986) y Lanna (1995). Lo que estoy intentando aquí es relacionarla con la deuda jurídica y mostrar como una interfiere en la otra.
45. Las relaciones personalizadas con el patrón tienden a ser valoradas por los trabajadores sobre todo por la perspectiva que ellas abren de una solución cara a cara. Esa valoración parece ser compartida por aquellos que trabajan en los ingenios particulares, como son llamados aquellos que no son explotados por los industriales del azúcar, y por los trabajadores de ingenios de usina. Así los trabajadores de Primavera lamentaban el hecho de que los patrones fuesen inaccesibles, pues juzgaban que si estuviesen presentes podrían entenderse directamente con ellos sin depender de los empleados, que sabían no tenían autonomía para dar la última palabra.
46. El abogado del Sindicato de Flor de María reinterpretaba el miedo del cual hablaban los dirigentes sindicales al lenguaje jurídico: tratábase para él de una evidencia de la “falta de conciencia” en relación a los derechos, visión que no se distancia mucho de la de cientistas sociales imbuidos en sus análisis por los puntos de vista de los especialistas del derecho.
47. Los trabajadores de la zona cañera son remunerados en base a la producción, cotejada a través del peso de la caña cortada o de la medición del área de caña cortada, en ocasión de la molienda, o a través de la medición del área trabajada en las zonas de labranza y en el plantío, en la entrezafra.

En: Estudos históricos, Vol. 9 Nº 18, 1996/2.

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