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viernes, 22 de julio de 2011

Argentina festeja los cincuenta años de su primera computadora

Concursos y charlas para rememorar la historia de la informática
Autoras/es: Diego Sánchez
(Fecha original del artículo: Mayo 2011)
Con diferentes actividades, Argentina celebra las bodas de oro de "Clementina", su primera computadora científica. El equipo, que comenzó a funcionar en 1961, supuso la creación del Instituto de Cálculo de la Universidad de Buenos Aires y un fuerte impulso a la tecnología.

El 15 de mayo de 1961, un inmenso panel de catorce armarios ubicado en una habitación especial dentro de la recientemente creada Ciudad Universitaria de Buenos Aires, emitió un sonido. El sonido reproducía los acordes de “La Clementina”, una vieja canción del Oeste norteamericano. El panel, similar a los lockers que se encuentran en el vestuario de un club, no había cobrado la suficiente vida propia como para silbar por sí solo una tonada folklórica: se trataba de una computadora ensamblada en Inglaterra y a quienes sus creadores le habían almacenado en su memoria esa melodía. El nombre original del equipo era Mercury pero sus usuarios no tardaron en rebautizarla: la llamaron Clementina. Y Clementina, luego de varios meses de viaje en barco y preparativos, se convirtió en la primera computadora científica en entrar en funcionamiento en la Argentina. Ahora, a cincuenta años de aquél acontecimiento, la Universidad de Buenos Aires prepara una amplia gama de actividades y concursos para celebrar esa fecha fundacional.

Y es que Clementina es mucho más que una simple efeméride. Se trata del puntapié inicial de la larga historia de la informática aplicada al conocimiento y la innovación tecnológica en Argentina. Una historia plagada de altibajos, que tuvo como principal impulsor al por entonces vicedecano de la UBA, el matemático Miguel Sadosky. Fue Sadosky, un pionero de la cibernética en la región, el que llevó a cabo las gestiones para que se adquiriera una computadora con fines científicos en 1959. Luego de una licitación pública, en la que se presentaron cuatro firmas, resultó elegida la empresa británica Ferranti. Su computadora, la Mercury, tenía un costo que rondaba los tres millones de dólares actuales. Sería la mayor inversión en ciencia y tecnología realizada en Argentina hasta ese momento.

Clementina llegó al puerto de Buenos Aires a fines de diciembre de 1960. Lejos del plug and play de las PC actuales, tuvieron que pasar varios meses para que el equipo entrara en funcionamiento. Por un lado, hubo que capacitar a sus operarios, por lo que la Universidad envió a estudiantes y docentes a formarse a Inglaterra. Por el otro, se requería un espacio capaz de albergar sus 18 metros de gabinetes, donde la humedad y la temperatura estuvieran controladas. Cuando el 15 de mayo se encendió Clementina, la historia de la informática en Argentina daba un salto adelante: programadores de Europa y Estados Unidos viajarían a dictar cursos y difundir la “mentalidad computacional”, al tiempo que la UBA estrenaba su Instituto de Cálculo, un hito académico que debía gran parte de su existencia a la monumental travesía de Clementina.

La importancia de esta computadora en el desarrollo de la investigación tecnológica en Argentina fue crucial. Seis años después de su puesta en funcionamiento, el Instituto inauguraría la carrera de computador científico y ofrecía cursos de computación abiertos al público. A su vez, Clementina prestaría sus habilidades para temas tan disímiles como el Censo Poblacional de 1960, el estudio de la órbita del cometa Halley y la frecuencia de los semáforos de la avenida Santa Fe. Se trataba, a su manera, de la primer incidencia de las luego llamadas TIC en el ámbito científico argentino.

Sin embargo, los sucesivos golpes militares y la llamada “Noche de los Bastones Largos”, ocurrida durante la dictadura del general Onganía, acabaría por expulsar a muchos científicos e investigadores del país y demacrado la actividad del Instituto. Con su inanición, desfallecería también Clementina, de la que hoy apenas se guardan algunos pertrechos y varias cintas perforadas a modo de recuerdo.

Para celebrar su cincuenta aniversario, la Universidad de Buenos Aires preparó para este 2011 una serie de eventos. Por un lado, se realizarán dos concursos literarios, uno de cuentos y otro de ensayo científico, alrededor de la historia de Clementina. Por el otro, una ronda de charlas, conferencias y talleres en el marco de las Jornadas “Miguel Sadosky”, que se llevarán a cabo los días 12 y 13 de mayo en el pabellón I de Ciudad Universitaria. Al mismo tiempo, se presentarán al público diversas obras de teatro alusivas, un concurso de programación y un Museo Interactivo que contará con diversas partes de Clementina que sobrevivieron al tiempo.

Aunque de sus 18 metros hoy queden apenas unos pocos centímetros, la influencia de Clementina en la vida informática argentina es inconmensurable y bien vale la efeméride para celebrar y debatir la importancia de la innovación técnica en la educación y la investigación científica.

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